Probióticos y prebióticos

PROBIÓTICOS Y PREBIÓTICOS

La microbiota es un conjunto fascinante de billones de microorganismos, principalmente bacterias, que residen en nuestro cuerpo, sobre todo en el tracto gastrointestinal. Estos pequeños habitantes desempeñan roles de vital importancia para nuestra salud:

 Ayudar en la digestión de los alimentos.
 Producir vitaminas.
 Regular nuestro sistema inmunológico.
 Protegernos de microorganismos dañinos.

Hay que destacar que la composición de nuestra microbiota no es algo fijo; evoluciona y cambia a lo largo de nuestra vida, desde la infancia hasta la vejez, influenciada por factores como la genética, el entorno, la dieta y nuestro estilo de vida.

La relación entre nuestro organismo y la microbiota es simbiótica, lo que significa que ambos se benefician mutuamente. Estas bacterias nos ayudan a defendernos de infecciones, a mantener la salud de nuestra mucosa intestinal y a regular procesos inmunológicos. A cambio, nuestro cuerpo les ofrece un ambiente propicio para que vivan y se reproduzcan.

Sin embargo, cuando hay un desequilibrio en estas cepas bacterianas, conocido como disbiosis, nuestro organismo puede volverse más susceptible a diversas enfermedades. Este desequilibrio puede ser provocado por muchos factores:

 El estrés crónico, una dieta baja en fibra y alta en azúcares y grasas saturadas, el uso excesivo de antibióticos, la falta de actividad física, el consumo de alcohol, el tabaquismo o la exposición a microorganismos patógenos.

Todo esto puede favorecer el crecimiento de bacterias dañinas y afectar funciones vitales de nuestro cuerpo.

Para que pueda existir un entorno propicio y adecuado se ha ampliado el estudio de dos sustancias, los probióticos y los prebióticos.

Los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se consumen en las cantidades adecuadas, pueden ofrecer beneficios para la salud del huésped. Estos microorganismos beneficiosos incluyen diversas cepas de bacterias como Lactobacillus, Bifidobacterium (ayudan a la maduración del intestino y su bienestar, son antagónicos de patógenos y promueven la inmunidad intestinal.), y se encuentran de manera natural en nuestro cuerpo y en ciertos alimentos fermentados, como el yogur, el kéfir, el chucrut, el kimchi o el miso.
Incorporar probióticos en nuestra dieta puede ayudar a fortalecer la microbiota intestinal, mejorar la digestión, reducir la inflamación y potenciar nuestras defensas inmunológicas. Además, algunos estudios indican que los probióticos pueden ser útiles en el tratamiento de trastornos digestivos como el síndrome del intestino irritable, la diarrea infecciosa, la enfermedad inflamatoria intestinal y en la recuperación después de tomar antibióticos.

Por otro lado, los prebióticos son sustancias no digeribles que actúan como alimento para las bacterias beneficiosas en nuestro intestino. Estas sustancias fomentan el crecimiento y la actividad de las bacterias, ayudando a mantener un equilibrio saludable en la microbiota. Los prebióticos más comunes son los oligosacáridos, que se encuentran en alimentos como la cebolla, el ajo, la alcachofa, el puerro, la remolacha, el tomate, los espárragos, los plátanos, en cereales integrales como la cebada, el trigo y el centeno, así como en legumbres como los frijoles, las lentejas y la soja. También están presentes en productos derivados de la caña de azúcar, como el jugo de caña, las melazas y el bagazo, y en el maíz.
Consumir la cantidad adecuada de prebióticos puede mejorar la salud digestiva, aumentar la absorción de minerales como el calcio y el magnesio, y contribuir a la regulación del peso corporal y a la función inmunológica.

Bibliografía:

Castañeda Guillot, C. (Julio, 2017) Microbiota intestinal, probióticos y prebióticos.
De las Cagigas Reig, A. Blanco Anesto, J. (2002) Prebióticos y probióticos, una relación beneficiosa.
Tormo Carnicé, R. (Agosto, 2006) Probióticos. Concepto y mecanismos de acción.
Nutribiótica (s.f.) Probióticos. ¿Qué son? ¿Para qué sirven? https://nutribiotica.es/digestivo-y-nutricion/probioticos/
Moreno Calderón, X. (2022) Disbiosis en la microbiota intestinal.

ANA SÁNCHEZ GUTIÉRREZ
Psicóloga

Nieves López-Brea Serrat
Psicóloga Sanitaria
Experta en Neuropsicología Clínica Infanto-Juvenil

Microbiota y Alzheimer

Conexión entre la Microbiota Intestinal y la Enfermedad de Alzheimer

En el 2019 más de 50 millones de personas en todo el mundo vivían con demencia y se espera que su número aumente a 152 millones en el 2050), (Romanenko et al.,2021).

La enfermedad de Alzheimer (EA), es una de las principales causas de las demencias, se caracteriza por ser un trastorno neurodegenerativo complejo que se identifica por el deterioro progresivo de la función cognitiva. Sus principales manifestaciones neuropatológicas incluyen la acumulación de placas de amiloide-β (Aβ) y ovillos neurofibrilares compuestos de tau hiperfosforilada, junto con neuroinflamación y muerte neuronal. Estas alteraciones afectan especialmente al hipocampo, una región del cerebro fundamental para el aprendizaje y la memoria, que también es responsable de generar nuevas neuronas en un proceso llamado neurogénesis hipocampal adulta (AHN).

La disfunción en la AHN se observa desde las etapas iniciales de la EA, lo que sugiere su implicación en la patogénesis temprana de esta enfermedad. Estudios recientes han destacado que la EA es una enfermedad multifactorial influenciada por factores genéticos, de estilo de vida y ambientales. Entre estos factores, la microbiota intestinal ha emergido como un elemento clave en la investigación sobre el Alzheimer, (Grabrucker et al., 2023)

 

¿Qué es la Microbiota Intestinal y el Eje Microbiota-Intestino-Cerebro?

La microbiota intestinal es el conjunto de microorganismos que habitan en el tracto digestivo y que participan en funciones metabólicas, inmunes y cognitivas. Este ecosistema se comunica con el sistema nervioso central mediante tres vías principales:

  1. El nervio vago
  2. La vía sistémica, a través de metabolitos, hormonas y neurotransmisores.
  3. El sistema inmune, mediante citocinas y mediadores inflamatorios, (Rolando, 2021)

Estudios Preclínicos y Trasplantes de Microbiota Fecal

Investigaciones con modelos animales han demostrado que la microbiota intestinal puede influir en la patogénesis del Alzheimer. En estudios de trasplante de microbiota fecal (FMT), la transferencia de microbiota de pacientes con Alzheimer a ratones ha inducido síntomas cognitivos similares a los de la enfermedad, incluyendo deterioro en la memoria espacial y la neurogénesis hipocampal. Además, el FMT ha mostrado cambios en la morfología de las neuronas recién nacidas, afectando su integración funcional en los circ uitos cerebrales, (Grabrucker et al., 2023).

Identificando por primera vez que los síntomas del Alzheimer se pueden transmitir a un organismo joven y saludable mediante la microbiota intestinal, poniendo de manifiesto que la microbiota intestinal desempeña un papel causal en la enfermedad que resalta la neurogénesis en el hipocampo que actúa como un proceso clave. Este proceso conecta factores sistémicos, como los mediadores circulatorios, con los efectos generados por el intestino en el desarrollo del Alzheimer, (Grabrucker et al., 2023).

Por lo tanto, las Alteraciones en el microbiota intestinal incluyen cambios en la composición bacteriana y la producción de metabolitos clave. Por ejemplo, se ha observado un aumento en la proporción de Bacteroidetes y una disminución de Firmicutes, así como niveles reducidos de ácidos grasos de cadena corta (SCFA), como el butirato, que se asocian con efectos antiinflamatorios y beneficiosos para la función cognitiva.

 

Inflamación Sistémica e Intestinal

La EA también se caracteriza por una inflamación crónica tanto en el sistema nervioso central como en el tracto intestinal. La presencia de géneros bacterianos proinflamatorios como Desulfovibrio y la reducción de bacterias productoras de butirato, como Clostridium y Coprococcus, se han asociado con un aumento de la acumulación de amiloide-β y una mayor carga inflamatoria, (Grabrucker et al., 2023)

Implicaciones Terapéuticas

Estos hallazgos resaltan la importancia de la microbiota intestinal como un posible objetivo terapéutico para prevenir o tratar la EA. La modulación de la microbiota mediante intervenciones como probóticos, prebóticos, cambios dietéticos y trasplantes de microbiota fecal podría ofrecer una vía prometedora para mejorar los síntomas cognitivos y reducir la progresión de la enfermedad, (Almaguer et al.,2018).

El eje microbiota-intestino-cerebro representa un área de investigación crucial para entender los mecanismos subyacentes en la enfermedad de Alzheimer. Aunque quedan muchas preguntas por resolver, los avances en este campo podrían allanar el camino hacia estrategias terapéuticas innovadoras que promuevan una mejor calidad de vida para los pacientes y sus familias.

Como dijo Hipócrates:

 “Toda enfermedad comienza en el intestino”; y en el caso del Alzheimer, esta idea podría ser más relevante que nunca, (Cryan et al.,2019).

Bibliografía:

Almaguer, L., Martinez, W. y Guach, D. (2018). Implicaciones de la microbiota intestinal en la etiología y terapéutica de la enfermedad de Parkinson, 48-57.

http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S1729-519X2018000100007&script=sci_arttext

Cryan, JF., O’Riordan, KJ., Cowan, CSM., Sandhu, KV., Bastiaanssen, TFS., Boehme, M., Codagnone, MG., Cussotto, S., Fulling, C., Golubeva, AV., Guzzetta, KE., Jaggar, M., Long-Smith, CM., Lyte, JM., Martin, JA., Molinero-Perez, A., Moloney, G., Morelli, E., Morillas, E., O’Connor, R., Cruz-Pereira, JS., Peterson, VL., Rea, K., Ritz, NL., Sherwin, E., Spichak, S., Teichman EM., van de Wouw M., Ventura-Silva AP., Wallace-Fitzsimons, SE., Hyland, N., Clarke G. y Dinan TG. (2019). El eje microbiota- intestino- cerebro. Rev.1;99(4):1877.

https://journals.physiology.org/doi/full/10.1152/physrev.00018.2018?rfr_dat=cr_pub++0pubmed&url_ver=Z39.88-2003&rfr_id=ori%3Arid%3Acrossref.org

Grabrucker, S., Marizzoni, M., Slajdzic, E., Lopizzo, N., Mobelli, E., Nicolas, S., Dohmn-Hansen, S., Scassellati, C., Vito Moretti, D., Rosa, M., Hoffmann, K., Cryan, Juan F., O´leary, O., Inglesa, J., Lavelle, A., O´Neill, Cora., Thuret, S., Catráneo, J. y Nolan, Yvvone. La microbiota de pacientes con Alzheimer induce déficits en la cognición y la neurogénesis hipocampal, 4916-4918.

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/37849234/

Rolando, C. (19 de mayo de 2021). Eje microbiota-intestino-cerebro: ¿Qué es y cuál es su relación con el estrés?.

https://www.keval.es/blog/eje-microbiota-intestino-cerebro

Romanenko, M., Kholin, V., Koliada, A. y Vairman, A. (2021). Nutrición, microbiota intestinal y enfermedad de Alzheimer. 1-9.

https://www.frontiersin.org/journals/psychiatry/articles/10.3389/fpsyt.2021.712673/full

Los días 17, 18, 24 y 25 de enero de 2025, tendrás la oportunidad de consultar a nuestros especialistas tus dudas sobre cómo afecta tu microbiota a tu salud mental o al neurodesarrollo de tu bebé.

Recuerda que durante la exposición, nuestros especialistas no ofrecerán formaciones regladas, sino que estarán en las instalaciones para que te dirijas a ellos cuando quieras.

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Engie Tatiana Torralba Grisales
Psicóloga

Nieves López-Brea Serrat
Psicóloga Sanitaria
Experta en Neuropsicología Clínica Infanto-Juvenil

Actividad física, microbiota, dolor funcional y nervio vago

La conexión entre la actividad física, la microbiota, el dolor funcional y el nervio vago

La relación entre la actividad física, la microbiota intestinal, el dolor funcional y el par craneal vagal ha despertado un creciente interés en la comunidad científica. Este eje multidimensional ofrece nuevas perspectivas terapéuticas para trastornos que afectan tanto al cuerpo como a la mente.

Actividad física y microbiota: un diálogo bidireccional

La actividad física no solo beneficia la salud cardiovascular y metabólica, sino que también influye en la composición y funcionalidad de la microbiota intestinal (Clarke et al., 2014). Estudios recientes indican que las personas activas presentan una mayor diversidad microbiana, asociada con un menor riesgo de enfermedades crónicas (Tremblay et al., 2021).

  • Mecanismos clave:
    • Incremento de metabolitos beneficiosos como los ácidos grasos de cadena corta (SCFA).
    • Regulación de la inflamación sistémica.

Además, se ha observado que ciertos tipos de actividad física, como el ejercicio aeróbico, tienen un impacto más significativo en la modulación de la microbiota que el entrenamiento de resistencia. Esto sugiere que no solo la cantidad, sino también el tipo de ejercicio es relevante (Tremblay et al., 2021).

Dolor funcional: la microbiota y el nervio vago como mediadores

El dolor funcional, como el asociado al síndrome del intestino irritable (SII), está estrechamente relacionado con la disbiosis intestinal y la disfunción vagal (Bercik et al., 2012). El nervio vago, que conecta el cerebro con el sistema digestivo, juega un papel crucial en la regulación de las respuestas al dolor mediante la modulación de la inflamación (Bonaz et al., 2018).

  • Vía de comunicación:
    • El nervio vago actúa como un puente entre el microbioma y el cerebro, influyendo en la percepción del dolor.

La investigación también señala que la actividad física puede mejorar la disfunción vagal en pacientes con dolor funcional. Este efecto se produce a través de la modulación de neurotransmisores como la acetilcolina, que regula las respuestas inflamatorias (Mischler et al., 2022).

Actividad física como modulador del eje vagal

La actividad física regular estimula el nervio vago, mejorando la variabilidad de la frecuencia cardíaca (HRV), un marcador clave de la salud vagal (Mischler et al., 2022). Además, reduce los niveles de cortisol y promueve un estado inflamatorio más equilibrado.

  • Implicaciones clínicas:
    • Mejora del bienestar emocional.
    • Reducción de los síntomas en condiciones de dolor funcional.
    • Mayor regulación del sistema inmunológico.

La combinación de actividad física y técnicas de respiración consciente también ha demostrado potenciar la estimulación vagal, aumentando los beneficios terapéuticos (Bonaz et al., 2018).

Ilustración sugerida: Un esquema que relacione la actividad física con la mejora de la salud vagal.

Perspectivas futuras y recomendaciones

Los avances en esta área subrayan la importancia de integrar enfoques holísticos en la terapia del dolor funcional:

  1. Promoción de actividad física moderada: Diseñar programas personalizados que incluyan ejercicios aeróbicos y de resistencia. Por ejemplo, caminar 30 minutos diarios puede ser un punto de partida accesible para la mayoría de las personas.
  2. Intervenciones nutricionales: Fomentar dietas ricas en fibra y alimentos fermentados para apoyar la salud de la microbiota.
  3. Terapias de estimulación vagal: Explorar la electroestimulación como complemento terapéutico.
  4. Educación y apoyo psicosocial: Ofrecer talleres y recursos educativos sobre la conexión mente-cuerpo para mejorar la adherencia a los tratamientos.

La interacción entre la actividad física, la microbiota, el dolor funcional y el nervio vago abre un panorama prometedor para el tratamiento de trastornos complejos. Un enfoque integrador puede no solo aliviar los síntomas, sino también mejorar la calidad de vida. Además, la comprensión de este eje podría revolucionar la forma en que abordamos enfermedades multifactoriales en la práctica clínica.

Bibliografía

  • Bercik, P., Collins, S. M., & Verdu, E. F. (2012). Microbiota-gut-brain axis: interactions between enteric microbiota, central and enteric nervous systems. Gut Microbes, 3(4), 312-316. https://doi.org/10.4161/gmic.21772
  • Bonaz, B., Bazin, T., & Pellissier, S. (2018). The vagus nerve at the interface of the microbiota-gut-brain axis. Frontiers in Neuroscience, 12, 49. https://doi.org/10.3389/fnins.2018.00049
  • Clarke, S. F., Murphy, E. F., O’Sullivan, O., et al. (2014). Exercise and associated dietary extremes impact on gut microbial diversity. Gut, 63(12), 1913-1920. https://doi.org/10.1136/gutjnl-2013-306541
  • Mischler, M., Ferrari, G. D., & Streese, L. (2022). Physical activity, heart rate variability, and health: A narrative review. International Journal of Sports Medicine, 43(8), 682-692. https://doi.org/10.1055/a-1842-4735
  • Tremblay, A., Royer, M., & Chaput, J. P. (2021). Physical activity and gut microbiota: Perspectives for obesity and metabolic health. Obesity Reviews, 22(10), e13251. https://doi.org/10.1111/obr.13251

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José Manuel Gil Rueda
@neuro_readaptador

Nieves López-Brea Serrat
Psicóloga Sanitaria
Experta en Neuropsicología Clínica Infanto-Juvenil

Microbiota y depresión

MICROBIOTA Y DEPRESIÓN

Según la OMS (2023), la depresión es uno de los trastornos mentales más comunes, estimando que 1 de cada 6 españoles les afectará en algún momento de su vida. La sintomatología representa un cambio en el funcionamiento previo (estado ánimo deprimido, diminución interés o placer en actividades diarias, pérdida o aumento de peso, insomnio o hipersomnia, agitación o retraso psicomotor, sentimiento de culpa y disminución de la capacidad de concentración y toma de decisiones), durante al menos dos semanas. En los últimos años, las investigaciones que relacionan la sintomatología depresiva y la microbiota intestinal han plasmado la influencia de ésta en la presencia de los síntomas de este trastorno.

La microbiota intestinal es el conjunto de microorganismos que residen en nuestro cuerpo (bacterias, hongos, arqueras, virus y parásitos).

En los últimos años, se evidencia la comunicación bidireccional entre el tracto gastrointestinal y el sistema nervioso central (SNC), a través del denominado eje intestino-cerebro. Principalmente se da la comunicación entre (Kransel et al., 2024):

  • Nervio vago: las fibras aferentes del nervio vago, transmiten señales de la microbiota intestinal al cerebro, influyendo en la aparición de sintomatología depresiva. Su estimulación tiene un efecto antiinflamatorio y ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de la depresión.
  • Sistema circulatorio: la presencia de estrés promueve un estado de dibiosis intestinal, y a nivel del SNC se asocia a peor control del estrés, presentando una mayor tendencia a estados depresivos.
  • Sistema inmune: su activación viene determinada por microorganismos patógenos, empeorando la sintomatología depresiva.

Numerosos estudios, describen la existencia de una alteración en la composición de la microbiota intestinal en pacientes son síntomas depresivos. Se ha demostrado que la presencia de ciertas bacterias en el tracto intestinal, están involucradas en la síntesis de neurotransmisores del SNC. La composición de la microbiota, interviene en la regulación del sistema inmune, la respuesta inflamatoria y los niveles de ciertos neurotransmisores implicados en la depresión.

La relación entre la microbiota intestinal y la depresión se ha estudiado ya que se conocen los vínculos entre la inflamación, la liberación de hormonas y la presencia de síntomas depresivos (Peirce y Alviña, 2019). Los cambios en la composición de la microbiota podrían desempeñar un papel en el desarrollo y la exacerbación de trastornos del estado de ánimo, como la depresión (Keller et al., 2017)

Es importante destacar que tanto la microbiota intestinal como la depresión están influenciadas por factores externos. La dieta, el estilo de vida y el estrés son elementos ambientales que pueden modular tanto la composición de la microbiota como el estado de ánimo de una persona (Lucas, 2018). Al igual que la presencia de un estrés a largo plazo puede afectar de forma negativa tanto al eje hipotálamo-hipófisis-adrenal como a la microbiota intestinal, lo que favorece y contribuye al desarrollo y mantenimiento de la sintomatología depresiva (Kelly et al, 2016).

Por todo ello, el abordaje de la depresión debe ser multidisciplinar. Un aspecto esencial es mantener un estilo de vida saludable, en el que se tenga en cuenta tanto el ejercicio físico como la alimentación, ya que como hemos conocido contribuyen a la mejora de la salud mental, y, por consiguiente, menor sintomatología depresiva.

Numerosos estudios indican la influencia positiva del tratamiento probiótico en la depresión, ya que reduce los marcadores inflamatorios y condiciona los niveles en diversas áreas encefálicas, modulando los niveles de neurotransmisores implicados en este trastorno. Además, mejora la calidad del sueño, memoria, fatiga y rendimiento cognitivo, síntomas del cuadro depresivo.

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REFERENCIAS:

Keller, J., Gomez, R., Williams, G., Lembke, A., Lazzeroni, L., Murphy, G. M., & Schatzberg, A. F. (2017). HPA axis in major depression: Cortisol, clinical symptomatology and genetic variation predict cognition. Molecular Psychiatry, 22(4), 527-536. https://doi.org/10.1038/mp.2016.120

Kelly, J. R., Borre, Y., Aidy, S. E., Deane, J., Patterson, E., Kennedy, P. J., Beers, S., Scott, K., Moloney, G., Scott, L., Ross, P., Stanton, C., Clarke, G., Cryan, J. F., & Dinan, T. G. (2016). P.4.001 Transferring the blues: Depression-associated gut microbiota induces neurobehavioural changes in the rat. European Neuropsychopharmacology, 26, S85-S86

Kransel            MSS,    Jaramillo         Zafra   JJ,        Osorio Diago   I,          Becerra           Hernández      LV.        Depresión,      ansiedad         y            microbiota      intestinal:        mecanismos   neurobiológicos.        Acta    Neurol Colomb.          2024;40(3):e1341.                  https://doi.org/10.22379/anc.v40i3.1341

Lucas, G. (2018). Gut thinking: The gut microbiome and mental health beyond the head. Microbial Ecology in Health and Disease, 29(2), 1548250. https://doi.org/10.1080/16512235.2018.1548250

Peirce, J. M., & Alviña, K. (2019). The role of inflammation and the gut microbiome in depression and anxiety. Journal of neuroscience research, 97(10), 1223-1241.

Alba Ruiz Gómez
Psicóloga Sanitaria

Microbiota y Trastornos del Sueño

Microbiota y Trastornos del Sueño: Un vínculo más profundo de lo que pensamos.

¿Sabías que la calidad de tu sueño podría estar relacionada con las bacterias que habitan en tu intestino? Aunque a menudo pensamos que los trastornos del sueño, como el insomnio, son solo problemas del cerebro, investigaciones recientes muestran que la microbiota intestinal —el conjunto de microorganismos que viven en nuestro intestino— juega un papel fundamental en nuestro descanso. Esta relación funciona en ambos sentidos, lo que significa que la salud intestinal y el sueño están profundamente interconectados. A continuación, exploraremos cómo estos dos factores se influyen mutuamente y qué podemos hacer para mejorar ambos.

La Microbiota Intestinal: Un “Cerebro” menos conocido

Nuestro intestino alberga billones de bacterias que no solo ayudan a digerir los alimentos, sino que también cumplen funciones cruciales para nuestra salud general. Entre estas funciones destaca la regulación del sistema inmune, el metabolismo y, lo más fascinante, su conexión con el cerebro a través del eje intestino-cerebro. Este sistema permite que las señales químicas, hormonales e inmunológicas viajen entre el intestino y el cerebro, influyendo en aspectos como el estado de ánimo, el comportamiento y, por supuesto, el sueño (Carabotti et al., 2015).

Cuando la microbiota intestinal se ve alterada —un fenómeno conocido como disbiosis— se pueden desencadenar una serie de cambios que afectan tanto a la salud física como mental, incluyendo trastornos del sueño. Un ejemplo claro es la producción de neurotransmisores como la serotonina, que, además de estar relacionada con el estado de ánimo, también es la precursora de la síntesis de melatonina, la hormona que regula nuestro ciclo de sueño-vigilia (Reynolds et al., 2017).

¿Cómo impacta el sueño en la Microbiota?

El sueño y la microbiota intestinal no solo se influencian, sino como decíamos, es una relación bidireccional. Esto significa que, cuando no dormimos bien, nuestra microbiota también sufre. La privación crónica del sueño puede alterar el equilibrio bacteriano y desencadenar una serie de efectos negativos, tales como:

  • Menor diversidad microbiana: Un factor clave para una microbiota saludable. La falta de sueño puede reducir la variedad de bacterias, lo que afecta negativamente al sistema inmunológico y al metabolismo (Benedict et al., 2012).
  • Aumento de la permeabilidad intestinal (“intestino permeable”): La falta de descanso puede dañar la barrera intestinal, permitiendo que sustancias dañinas entren al torrente sanguíneo, lo que genera inflamación (Anderson et al., 2017).
  • Alteración en la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC): Estos compuestos, como el butirato, son cruciales para la salud cerebral y tienen propiedades antiinflamatorias. El butirato se produce a partir de la fermentación de la fibra por parte de las bacterias intestinales y, cuando no se produce en cantidades adecuadas debido a una microbiota desequilibrada o la falta de sueño, se puede afectar tanto el estado de ánimo como la función cerebral (Zhu et al., 2020).

¿Y qué hay de la Microbiota en los Trastornos del Sueño?

Por otro lado, los trastornos del sueño también pueden empeorar el estado de la microbiota. La disbiosis intestinal puede generar problemas adicionales para dormir, como:

  • Producción insuficiente de neurotransmisores: La alteración de la microbiota puede dificultar la producción de neurotransmisores esenciales como el GABA y la serotonina, que son fundamentales para inducir el sueño y la relajación (Clarke et al., 2014).
  • Aumento de la inflamación: La inflamación de bajo grado, provocada por una microbiota desequilibrada, afecta el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HPA), que regula nuestra respuesta al estrés. Esto hace que el cuerpo esté en un estado de alerta constante, dificultando la conciliación del sueño (Mäkelä et al., 2021).

Estrategias para Mejorar el Sueño y la Salud Intestinal

La buena noticia es que existen estrategias que podemos incorporar a nuestra vida diaria para mejorar tanto la calidad del sueño como la salud de la microbiota intestinal. Algunas recomendaciones basadas en la ciencia incluyen:

  1. Incluir prebióticos y probióticos en la dieta: Los prebióticos, que se encuentran en alimentos como el ajo, las cebollas, el plátano o los espárragos, alimentan las bacterias buenas del intestino. Los probióticos como el yogur, el kéfir o el chucrut, repueblan el intestino con bacterias beneficiosas. Ambos son cruciales para equilibrar la microbiota y mejorar el sueño.
  2. Consumir alimentos ricos en triptófano: Este aminoácido es fundamental para producir serotonina y melatonina. Alimentos como carnes magras, huevos, frutos secos y plátanos son excelentes fuentes de triptófano.
  3. Favorecer la producción de butirato: El butirato es un ácido graso de cadena corta producido por las bacterias intestinales a partir de la fibra. Tiene efectos antiinflamatorios, favorece la salud cerebral y regula el estado de ánimo. Para promover su producción, es esencial consumir alimentos ricos en fibra, como legumbres, frutas (especialmente manzanas y peras), verduras (como la alcachofa o el brócoli) y cereales integrales. Estos alimentos no solo mejoran la salud intestinal, sino que también favorecen un sueño más reparador al reducir la inflamación y promover un ambiente adecuado para el descanso.
  4. Evitar cenas pesadas y ultraprocesados: Comer tarde o consumir alimentos difíciles de digerir puede alterar el equilibrio intestinal y empeorar el sueño. Opta por cenas ligeras y fáciles de digerir para un mejor descanso nocturno.
  5. Gestionar el estrés: Técnicas como la meditación, el yoga o la respiración profunda no solo son útiles para reducir el estrés, sino que también pueden favorecer una microbiota equilibrada y promover un sueño más reparador.
  6. Establecer una rutina de sueño consistente: Mantener horarios regulares para dormir y despertar ayuda a sincronizar el ritmo circadiano, lo que beneficia tanto al cerebro como al intestino, favoreciendo un ciclo de sueño saludable.

En Psycolab, consideramos que este campo de investigación es esencial para comprender mejor la conexión entre el sueño y la microbiota intestinal. Esto permitirá desarrollar estrategias preventivas que mejoren la calidad de ambos y ayuden a prevenir diversas enfermedades.

Cuidar de nuestra microbiota y mantener hábitos de sueño saludables son pasos clave para promover una buena salud integral. Sin embargo, es importante recordar que cada persona es única. Si los problemas de sueño persisten o no tienes claro cómo mejorar tu alimentación, te recomendamos acudir a un especialista que pueda ofrecerte un enfoque personalizado y adaptado a tus necesidades.

Además, te invitamos a nuestra Exposición de EXCRETA, donde podremos resolver cualquier duda que tengas sobre este fascinante tema. Y recuerda: no subestimes el poder de dormir bien y mantener un intestino contento. ¡Tu cuerpo te lo agradecerá!

Referencias

  • Anderson, J. R., et al. (2017). The impact of sleep deprivation on barriers to optimal health: Gut permeability and inflammation. Experimental Biology and Medicine, 242(12), 1376-1384. https://doi.org/10.1177/1535370217703977
  • Benedict, C., et al. (2012). Gut microbiota and sleep–wake regulation. Current Opinion in Clinical Nutrition & Metabolic Care, 15(6), 571-577. https://doi.org/10.1097/MCO.0b013e328358d30a
  • Carabotti, M., et al. (2015). The gut-brain axis: Interactions between enteric microbiota, central and enteric nervous systems. Annals of Gastroenterology, 28(2), 203-209.
  • Clarke, G., et al. (2014). Minireview: Gut microbiota: The neglected endocrine organ. Molecular Endocrinology, 28(8), 1221-1238. https://doi.org/10.1210/me.2014-1108
  • Mäkelä, S., et al. (2021). The role of gut microbiota in the relationship between chronic stress and sleep. Frontiers in Psychiatry, 12, 674519. https://doi.org/10.3389/fpsyt.2021.674519
  • Reynolds, A. C., et al. (2017). Impact of five nights of insufficient sleep on glucose metabolism, leptin and gut microbiota. Journal of Sleep Research, 26(6), 725-734. https://doi.org/10.1111/jsr.12531
  • Zhu, L., et al. (2020). Gut microbiota and sleep: Advances and challenges. Current Opinion in Clinical Nutrition & Metabolic Care, 23(2), 90-95. https://doi.org/10.1097/MCO.0000000000000624

Los días 17, 18, 24 y 25 de enero de 2025, tendrás la oportunidad de consultar a nuestros especialistas tus dudas sobre cómo afecta tu microbiota a tu salud mental o al neurodesarrollo de tu bebé.

Recuerda que durante la exposición, nuestros especialistas no ofrecerán formaciones regladas, sino que estarán en las instalaciones para que te dirijas a ellos cuando quieras.

Más adelante publicaremos fechas en las que sí realizaremos una Jornada de Formación sobre Microbiota y Psicobioma más reglada.

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Lucía Puorto
Psicóloga/Councellor

Miedo a hacer caca en la infancia

¿Por qué mi caca no quiere salir en el inodoro?

 

El control de esfínteres es un proceso que requiere la maduración y el aprendizaje necesarios para controlar la micción y la defecación. Esta maduración depende de cada niño.
Se suele alcanzar en torno a los dos o tres años para el control diurno. El control nocturno es poco más tardío. En ocasiones esta maduración puede llegar a conseguirse en torno a los cinco o seis años.
Mamás y papás, no os alarméis si vuestro peque tarda un poco más en controlar su pipí y su caca. Es normal.

Generalmente, el control del esfínter anal (caca) se produce en torno a los dos o tres años y el control del esfínter vesical (pipí) entre los tres y cuatro años (Consolini, M.D., 2023).

La secuencia en la adquisición del control voluntario de los esfínteres se inicia con el control intestinal durante el sueño, seguido del control fecal en las horas de vigilia. Posteriormente el control diurno de la orina y al final el nocturno.

Se pueden adquirir ambos controles juntos, pero en otras ocasiones se pueden alcanzar a destiempo. La Educación, cultura, situaciones familiares, etc., pueden influir en esta adquisición (Garza-Elizondo, R.,2019).

Este proceso requiere de paciencia por parte de los padres y personas implicadas en el cuidado de los pequeños. La retirada del pañal puede ser un camino largo, pero suelen darse pequeñas señales que nos avisan de que el momento de retirar el pañal se acerca:
Pueden mantenerse secos durante 2 horas; cuando tiene el pañal manchado, se dan cuenta y piden un cambio de pañal; muestran interés por el inodoro y piden estar a solas cuando notan que tienen ganas de hacer caca o pipí, etc…

Durante esta labor, algunos niños se niegan a sentarse en el inodoro o experimentan miedo a hacer caca. Puede deberse a multitud de factores tales como una baja capacidad en la percepción de ganas de evacuar o algún problema médico. Una alimentación baja en fibra y/o la falta de hidratación, ocasionan que las heces se endurezcan, pudiendo producir estreñimiento y provocando malestar y dolor a la hora de evacuar.

En muchas ocasiones, este rechazo a sentarse en el WC, puede deberse a que los peques empiezan a experimentar miedo a la hora de hacer caca en el inodoro. Así mismo, puede influir otros factores como la llegada de un nuevo hermano/a,  problemas emocionales, una situación familiar difícil para el peque, etc…

Estos son momentos claves que se deben abordar con paciencia y mimo.  En ocasiones, este rechazo puede producir retenciones de pipí y/o caca. También aumenta la posibilidad de desarrollar trastornos como la enuresis (incontinencia urinaria) o encopresis (incontinencia fecal) y estreñimiento.

¿En qué consiste la fobia a hacer caca en el inodoro?

Es el miedo a la sensación de expulsar algo fuera de cuerpo. Suele aparecer entre el inicio de la retirada del pañal y los cuatro años, pero puede aparecer en cualquier momento de la infancia e incluso en la adolescencia.

¿Cómo podemos reconocer sus señales?

No les gusta hablar sobre “hacer caca”, se pueden mostrar incómodos o incluso sienten enfado. Se niegan a sentarse en el inodoro. Cuando perciben que tienen ganas de hacer caca, se contraen o saltan para que se les pase las ganas de hacer caca. Pueden mostrarse ansiosos, gritar o llorar cuando se les dice que se sienten en el inodoro. A veces, incluso, se muestran aprensivos con las sustancias que en general puedan salir del cuerpo, no solo la caca, también la saliva, cortar el pelo, ver un poquito de sangre al hacerse una heridita, etc.

¿Qué podemos hacer para abordarlo?

Es fundamental mantener la calma y, ante todo, mostrar una actitud positiva y empática con ellos. No hacen caca en el inodoro porque no quieran, sino que realmente experimentan un malestar. Sentirse comprendido es el primer paso para empezar a afrontarlo.

Nunca se debe amenazar, castigar o gritar por tener que usar aún el pañal o no conseguir hacer caca en el inodoro. Esto no solo aumentará su miedo, también se frustrarán, lo que puede hacer que se sientan avergonzados, dañando su autoestima y rechazando aún más la idea de hacer caca en el WC.

Como menciona Consolini, M.D., (2023), el entrenamiento en control de esfínteres mediante la modificación de la conducta, otorgando una recompensa por el control de esfínteres exitoso, es una opción excelente para abordar dicho miedo. Es interesante leer cuentos con los peques sobre el miedo a hacer caca adaptado a cada edad. Cuanto más lúdico sea el abordaje de este problema, antes podrán resolverlo, evitando problemas físicos como estreñimiento y encopresis, así como problemas emocionales.

Una dieta variada y equilibrada y una correcta hidratación, harán que su microbiota intestinal sea más diversa y ayudará a la correcta evacuación de las heces, evitando también el estreñimiento y aportando salud física y mental en la infancia.

En Psycolab realizamos una evaluación detallada del problema y establecemos un programa de entrenamiento específico y personalizado para alcanzar el control de esfínteres fecal y vesical, venciendo el miedo a sentarse en el inodoro.

Además, durante la Exposición EXCRETA, te acompañaré para resolver tus dudas y será un momento muy divertido para que puedas venir con tu peque a hablar de “caca“.

REFERENCIAS:

Barrios Torres, J. (2014).  Incontinencia fecal en niños. Servicio de Pediatría. Gastroenterología Infantil. Hospital Universitario de Fuenlabrada. Fuenlabrada. Madrid. España. DOI: 10.1016/S1696-2818(14)70187-8

Bezos, S.L., Escribano, C.E. (2012). ¿Qué esconden los problemas de control de esfínteres? A propósito de un caso. Rev Pediátrica. Aten Primaria. 2012; 14: 317-21.

Consolini, D.B. (2023). Thomas Jefferson University Hospital. https://www.msdmanuals.com/es/professional/pediatr%C3%ADa/puericultura/control-de-esf%C3%ADnteres

Garza-Elizondo R. (2020). Control de esfínteres. Acta Pediatr Mex. (2020);41(1):40-2. DOI: http://dx.doi.org/10.18233/APM41No1pp40-421974

Howe, A.C., Walker, C.E. (1992).  Behavioral management of toilet training, enuresis and encopresis. Pediatr Clin North Am. 1992; 39: 413-32. https://doi.org/10.1016/S0031-3955(16)38336-5.

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Lourdes Romero Montero
Psicóloga Sanitaria

Síndrome del Intestino Irritable (SII)

Síndrome del Intestino Irritable (SII)

El síndrome del intestino irritable (SII), anteriormente conocido como colon irritable, es uno de los trastornos funcionales digestivos más comunes, con una prevalencia en España en torno al 7-10% (Mearin et al., 2016). Se caracteriza por dolor abdominal recurrente, hinchazón y alteraciones en el hábito intestinal (diarrea, estreñimiento o una combinación de ambos). Es un trastorno que representa un alto porcentaje de consultas en atención primaria y derivaciones a gastroenterología. Durante los últimos años, las investigaciones han resaltado el papel central de la microbiota intestinal y su relación con las implicaciones psicológicas asociadas a este trastorno.

La microbiota intestinal, compuesta por miles de millones de microorganismos que habitan el tracto gastrointestinal, desempeña un papel esencial en funciones metabólicas, inmunológicas y de comunicación con el sistema nervioso central (SNC). En el SII, los estudios han señalado desequilibrios significativos en la composición microbiana como la disminución de bacterias beneficiosas [fundamentales para la regulación de la inflamación] (Rodríguez de Santiago et al., 2019), el aumento de bacterias patógenas [hecho que contribuye a la inflamación y el aumento de la permeabilidad intestinal] (Cañete & Esteban, 2020) y la pérdida de diversidad microbiana [asociado a una menor capacidad de la microbiota a adaptarse a cambios externos como el estrés] (Molina-Infante et al., 2018).

El eje intestino-cerebro es clave para entender la interacción entre el sistema digestivo y el nervioso central. Esta comunicación bidireccional permite que los factores físicos y los emocionales se influyan mutuamente. En pacientes con SII, este eje está particularmente alteado:

La Inflamación sistémica de bajo grado provocado por el desequilibrio en la microbiota: desencadena una serie de respuesta inflamatorias, contribuyendo al dolor abdominal y al incremento de la ansiedad y depresión (Gutiérrez & Olmedo, 2020).

Desequilibrio a nivel neuroquímico: las bacterias intestinales tienen dificultades para producir con normalidad neurotransmisores como la serotonina y el GABA que son esenciales para regular el estado de ánimo y la percepción del dolor (Rodríguez de Santiago et al., 2019).

Hiperactivación del eje HPA (hipotalámico-hipofisario-adrenal): implicando una mayor respuesta al estrés y al agravamiento de la sintomatología, afectando al estado de ánimo y el bienestar emocional (Cañete & Esteban, 2020).

Estos factores conforman un círculo vicioso: el estrés aumenta los síntomas digestivos, la alteración de la microbiota y la inflamación aumentan el dolor y la sintomatología emocional, y estos, a su vez, intensifican la sensación de malestar psicológico.

El diagnóstico de SII puede generar un gran impacto psicológico en los pacientes debido al carácter crónico, impredecible y multifactorial del mismo. Entre las principales consecuencias se incluyen ansiedad anticipatoria (miedo a los síntomas en situaciones sociales y laborales) (Gutiérrez & Olmedo, 2020), depresión y aislamiento social debido a la frustración derivada de los síntomas recurrentes y las limitaciones en la calidad de vida (Molina-Infante et al., 2018), somatización que incrementa la atención a las señales físicas y perpetúa el malestar emocional (Rodríguez de Santiago et al., 2019) e, incluso, estigma y vergüenza.

Para abordar estas consecuencias, se recomienda un enfoque integral que combine diferentes enfoques: educación sobre el SII para comprender el trastorno, planificación dietética (consultar con un nutricionista especializado), cambios en el estilo de vida, control del estrés, conseguir una red de apoyo, tratamiento médico y terapia psicológica con exposición ante situaciones temidas (eficaz para reducir la ansiedad y modificar las creencias disfuncionales sobre el dolor y los síntomas digestivos) (Gutiérrez & Olmedo, 2020).

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Referencias

Cañete, F., & Esteban, M. (2020). Avances en el conocimiento del eje intestino-cerebro en el síndrome de intestino irritable. Gastroenterología y Hepatología, 43(4), 203-214. https://doi.org/10.1016/j.gastrohep.2019.12.004

Gutiérrez, M. M., & Olmedo, M. (2020). Relación entre microbiota intestinal y trastornos emocionales en el síndrome de intestino irritable. Revista Española de Enfermedades Digestivas, 112(5), 345-352. https://doi.org/10.17235/reed.2020.6859/2019

Mearin, F., Ciriza, C., Mínguez, M., Rey, E., Mascort, J. J., & Peña, E. (2016). Guía clínica para el manejo del síndrome del intestino irritable. Medicina Clínica (Barcelona), 147(8), 345-351. https://doi.org/10.1016/j.medcli.2016.06.001

Molina-Infante, J., Serra, J., Fernández-Bañares, F., & Mearin, F. (2018). Dieta baja en FODMAPs en el tratamiento del síndrome de intestino irritable. Gastroenterología y Hepatología, 41(1), 10-22. https://doi.org/10.1016/j.gastrohep.2017.11.005

Rodríguez de Santiago, E., Rodríguez Ferrer, I., & Yago, F. (2019). Disbiosis intestinal en el síndrome del intestino irritable: nuevas perspectivas terapéuticas. Revista de Gastroenterología de México, 84(1), 35-43. https://doi.org/10.1016/j.rgmx.2018.04.002

Desirée Castellano
Neuropsicóloga Clínica

Microbiota y TDAH

Microbiota y TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad)

En las últimas décadas, el estudio de la microbiota intestinal ha ganado gran atención debido a su influencia en diversos aspectos de la salud, desde la digestión hasta la función cerebral. En el caso del TDAH, los investigadores han comenzado a explorar cómo la microbiota intestinal podría estar relacionada con los síntomas de este trastorno neuropsiquiátrico, que afecta a millones de niños y adultos en todo el mundo.

¿Qué es la microbiota intestinal?

La microbiota intestinal es el conjunto de billones de microorganismos (principalmente bacterias, virus y hongos) que habitan en nuestro tracto gastrointestinal. Estos microorganismos desempeñan un papel fundamental en la digestión, la metabolización de nutrientes y la regulación del sistema inmunológico. Además, recientemente se ha descubierto que la microbiota tiene un papel importante en la comunicación entre el intestino y el cerebro a través del eje intestino-cerebro.

¿Qué sabemos hasta ahora?

El TDAH es un trastorno neuropsiquiátrico caracterizado por síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad. El TDAH tiene un componente genético importante y está relacionado con desequilibrios en ciertos neurotransmisores, especialmente la dopamina y la noradrenalina.

Sin embargo, estudios recientes sugieren que la microbiota intestinal también podría tener un papel en el desarrollo y la exacerbación de los síntomas del TDAH. A continuación, te contamos algunas de las posibles conexiones que los investigadores están explorando:

  1. El eje intestino-cerebro: El intestino y el cerebro están comunicados a través del eje intestino-cerebro, que permite la transmisión de señales químicas y hormonales entre ambos. Se ha descubierto que la microbiota intestinal puede influir en la producción de neurotransmisores clave como la serotonina (que regula el estado de ánimo y el comportamiento) y la dopamina (vinculada a la motivación y el enfoque), dos neurotransmisores clave en el TDAH.
  1. Inflamación sistémica y neuroinflamación: Se ha observado que las personas con TDAH tienen niveles más altos de inflamación sistémica. La microbiota intestinal juega un papel crucial en la regulación del sistema inmune, y se ha sugerido que un desequilibrio en la microbiota podría promover una inflamación crónica de bajo grado que afecte el cerebro, contribuyendo a los síntomas del TDAH.
  1. Disbiosis intestinal y comportamiento: La disbiosis es un término que se refiere a un desequilibrio en la microbiota intestinal. En varios estudios, se ha encontrado que las personas con TDAH tienen una composición microbiana diferente a la de las personas neurotípicas. Un microbioma alterado podría influir en la actividad cerebral, especialmente en áreas relacionadas con la concentración, la impulsividad y el control de los impulsos, exacerbando los síntomas del TDAH.
  1. Trastornos gastrointestinales en personas con TDAH: Muchos niños con TDAH también experimentan problemas gastrointestinales, como estreñimiento, diarrea o dolor abdominal. Se está investigando si los problemas digestivos podrían estar relacionados con un desequilibrio microbiano y, a su vez, contribuir al comportamiento impulsivo o hiperactivo.

¿Cómo podría la modulación de la microbiota influir en el TDAH?

Aunque la investigación en este campo aún está en sus primeras etapas, algunos estudios preliminares sugieren que modificar la microbiota intestinal podría tener efectos beneficiosos en los síntomas del TDAH. Algunas posibles intervenciones incluyen:

  1. Probióticos y prebióticos: Los probióticos (bacterias beneficiosas) y prebióticos (alimentos que favorecen el crecimiento de bacterias saludables) podrían ayudar a restaurar el equilibrio microbiano intestinal. Algunos estudios han sugerido que los probióticos podrían mejorar la función cerebral y reducir los síntomas de inatención y agresividad en personas con TDAH.
  1. Dietas ricas en fibra y alimentos fermentados: Los alimentos ricos en fibra y los productos fermentados, como el yogur, el kéfir o el chucrut, promueven una microbiota diversa y saludable, lo cual podría tener un impacto positivo en el comportamiento y la función cognitiva.
  1. Reducción de azúcares y aditivos alimentarios: Algunas investigaciones sugieren que las dietas altas en azúcares refinados y ciertos aditivos alimentarios podrían contribuir a la disbiosis y empeorar los síntomas del TDAH. Adoptar una dieta equilibrada y rica en nutrientes podría ser una forma de apoyar la salud intestinal y, potencialmente, reducir la gravedad de los síntomas.
  1. Evitar el uso innecesario de antibióticos: El uso excesivo de antibióticos puede alterar la microbiota intestinal y, en consecuencia, afectar el comportamiento. Siempre debe ser utilizado bajo supervisión médica y en situaciones necesarias.

Aunque aún queda mucho por descubrir, la investigación sobre la relación entre la microbiota intestinal y el TDAH está abriendo nuevas perspectivas sobre cómo abordar este trastorno. La modulación de la microbiota a través de dietas específicas, probióticos y otros enfoques podría ser una estrategia complementaria para mejorar los síntomas del TDAH y promover un mejor bienestar general.

 

REFERENCIAS:

  1. Aarts, E., et al. (2020). “Gut microbiota and the brain: The influence of microbiota on brain function and behavior.” “Advances in Neurobiology”, 22, 55-68.
  2. Mayer, E. A., et al. (2014). “Gut microbiota and brain function: The gut-brain axis.” “The Journal of Clinical Investigation”, 124(10), 3903-3913.
  3. Strandwitz, P., et al. (2019). “Neurotransmitter signaling in the human microbiome.” “Cell”, 139(1), 128-136.
  4. Parker, A., et al. (2018). “The role of the gut microbiota in the pathophysiology of ADHD.” “Current Opinion in Psychiatry”, 31(2), 101-107.
  5. Barbosa, T. M., et al. (2018). “Gut microbiota and its relationship with neurodevelopmental disorders: A review of current evidence.” “Microorganisms”, 6(4), 116.
  6. Nieves López-Brea Serrat
    Psicóloga Sanitaria
    Experta en Neuropsicología Clínica Infanto-Juvenil

    Diego Fernández Perrin
    Psicólogo

Microbiota y Autismo

Microbiota y Autismo

Diversos estudios han encontrado que las personas con TEA (Trastorno del espectro autista), tienen una microbiota intestinal significativamente diferente de la de los individuos neurotípicos. Este desequilibrio en la flora intestinal, conocido como disbiosis, podría influir en una serie de aspectos relacionados con los síntomas del Autismo, como la comunicación, el comportamiento y las respuestas emocionales.

Algunas de las posibles conexiones entre microbiota y TEA incluyen:

  1. Alteraciones en el eje intestino-cerebro: El intestino está conectado al cerebro a través del llamado eje intestino-cerebro, un complejo sistema de comunicación que involucra señales hormonales, inmunológicas y neuronales. Se ha sugerido que una microbiota desequilibrada podría influir en este eje, afectando el desarrollo cerebral y la función emocional en niños con TEA.
  2. Inflamación crónica y respuesta inmune: Los estudios han observado que las personas con TEA a menudo tienen una mayor inflamación intestinal y disfunciones en su sistema inmune. Como la microbiota juega un papel clave en la regulación del sistema inmune, un desequilibrio en las bacterias intestinales podría contribuir a esta inflamación, exacerbando los síntomas del TEA.
  3. Producción de neurotransmisores: Algunas bacterias intestinales están involucradas en la producción de neurotransmisores como la serotonina, que juega un papel importante en la regulación del estado de ánimo, el comportamiento y las emociones. En los niños con TEA, las alteraciones en la microbiota intestinal podrían interferir con la producción de estos neurotransmisores, afectando el bienestar emocional y social.
  4. Trastornos digestivos y comportamiento: Los niños con TEA a menudo experimentan problemas gastrointestinales, como estreñimiento, diarrea o dolor abdominal. Estos problemas digestivos pueden estar relacionados con una microbiota intestinal alterada, lo que podría contribuir a la irritabilidad o las conductas repetitivas características del TEA.

¿Cómo influir en la microbiota para mejorar los síntomas del TEA?

Aunque todavía se necesitan más investigaciones para comprender completamente la relación entre la microbiota intestinal y los síntomas del TEA, hay algunas estrategias que podrían ayudar a mejorar la salud intestinal en personas con TEA:

  1. Probióticos y prebióticos: Los probióticos (bacterias beneficiosas) y prebióticos (alimentos que favorecen el crecimiento de bacterias saludables) podrían ser útiles para restaurar el equilibrio de la microbiota intestinal. Algunos estudios preliminares sugieren que la administración de probióticos podría mejorar el comportamiento y las funciones gastrointestinales en niños con TEA.
  2. Dieta rica en fibra y alimentos fermentados: Una dieta rica en fibra y alimentos fermentados (como el yogur, el kéfir o el chucrut) puede promover la salud de la microbiota intestinal. Además, una alimentación equilibrada puede ayudar a reducir la inflamación y mejorar la función digestiva.
  3. Evitar antibióticos innecesarios: El uso excesivo de antibióticos puede alterar el equilibrio de la microbiota intestinal, lo que podría tener efectos negativos en el comportamiento y el bienestar de los niños con TEA. Siempre es importante seguir las recomendaciones médicas para el uso de estos medicamentos.
  4. Enfoque integral: A medida que surgen más investigaciones sobre la microbiota y los TEA, se está reconociendo la importancia de un enfoque integral que combine tratamientos médicos, nutricionales y conductuales para mejorar la calidad de vida de las personas con TEA.

La relación entre la microbiota intestinal y los trastornos del espectro autista es un área de investigación prometedora que podría transformar nuestra comprensión de las causas y el tratamiento del TEA. Aunque aún estamos en las primeras etapas de este campo, los estudios sugieren que mejorar la salud intestinal podría ser una vía para aliviar algunos de los síntomas del TEA, promoviendo el bienestar general de los niños afectados.

La investigación continúa, y con el tiempo podríamos contar con enfoques más efectivos y personalizados para tratar el TEA, basados no solo en la genética o la psicoterapia, sino también en el cuidado y modulación de la microbiota intestinal.

De momento lo que sí sabemos es que la disbiosis puede comprometer la integridad de la barrera intestinal y hematoencefálica, facilitando que péptidos neurotóxicos de origen bacteriano, como los lipopolisacáridos (LPS) y las citocinas inflamatorias, pueden alcanzar el torrente sanguíneo llegando hasta la barrera hematoencefálica.

Por otra parte, el SNC regula los niveles de cortisol a través del eje hipotálamo-pituitario-adrenal. La elevación del cortisol afectaría a la actividad de las citocinas, al tiempo que exacerba los síntomas gastrointestinales. Estas citocinas podrían contribuir al desarrollo del autismo al influir en las primeras etapas del desarrollo cerebral.

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REFERENCIAS:

  1. Collado, M. C., et al. (2016). “The human microbiome during the first years of life.” FEMS Microbiology Reviews, 40(4), 600-619.
  2. Ozanne, S. E., & Hales, C. N. (2004). “The long-term consequences of intrauterine programming.” In: Fetal Development and Disease, Cambridge University Press.
  3. Molloy, C. A., et al. (2019). “Gastrointestinal symptoms in autism spectrum disorder: A meta-analysis.” Journal of Autism and Developmental Disorders, 49(8), 3121-3132.
  4. Kang, D. W., et al. (2013). “Differences in fecal microbiota of children with autism spectrum disorders and neurotypical children.” PLOS ONE, 8(2), e68322.
  5. De Angelis, M., et al. (2016). “The contribution of the gut microbiota to the development of the human brain.” Frontiers in Cellular Neuroscience, 10, 1-11.
  6. Hoban, A. E., et al. (2016). “The microbiome regulates amygdala-dependent fear recall.” Molecular Psychiatry, 21(5), 617-627.
  7. Martínez-González AE, Andreo-Martínez P. Prebióticos, probióticos y trasplante de   microbiota      fecal en el autismo: una revisión sistemática. Rev Psquiatr  Salud Ment.  2020;13(3):150-164
  8. Srikantha P, Mohajeri MH. The possible role of the microbiota-gut-brain-axis in autism spectrum disorder. I. J. Mol. Sci. 2019;20(2115):1-28.

    Zaida Gómez Pérez
    Psicopedagoga
    Pedagoga Terapéutica

Nieves López-Brea Serrat
Psicóloga Sanitaria
Experta en Neuropsicología Clínica Infanto-Juvenil

Microbiota y Neurodesarrollo

MICROBIOTA Y NEURODESARROLLO

 

La influencia de la microbiota en los primeros 1000 días de vida: Un factor clave para el desarrollo infantil

Los primeros 1000 días de vida, que comprenden desde la concepción hasta los dos años del bebé, son fundamentales para el desarrollo físico, cognitivo y emocional del niño. Sin embargo, un aspecto a menudo subestimado en este proceso es el papel crucial que juega la microbiota intestinal en estos primeros años.

¿Qué es la microbiota y por qué es importante?

La microbiota intestinal es el conjunto de microorganismos (bacterias, virus, hongos y otros) que habitan en nuestro sistema digestivo. En los primeros 1000 días, el desarrollo de esta microbiota es especialmente sensible, ya que se establece y moldea, influenciando la salud y el bienestar a largo plazo.

Un desarrollo adecuado de la microbiota puede impactar:

  • El sistema inmune: Una microbiota saludable ayuda a entrenar al sistema inmunológico para distinguir entre agentes patógenos y sustancias inofensivas, reduciendo el riesgo de alergias, asma e infecciones.
  • La salud digestiva: La diversidad microbiana influye directamente en la capacidad del cuerpo para digerir y absorber nutrientes esenciales, lo que puede afectar el crecimiento y el desarrollo del niño.
  • Desarrollo cognitivo y emocional: Cada vez más estudios sugieren que la microbiota tiene un impacto en el cerebro, lo que podría influir en aspectos como el comportamiento, el estado de ánimo y la función cognitiva a lo largo de la vida.

Tian, M., Li, Q., Zheng, T., Yang, S., Chen, F., Guan, W. y Zhang, S. (2023). Modulación específica de microbios maternos del microbioma de la descendencia y desarrollo durante el embarazo y la lactancia. Microbios intestinales, 15(1). https://doi.org/10.1080/19490976.2023.2206505

Factores que afectan el desarrollo de la microbiota en los primeros 1000 días

  1. El parto: Sabemos que la microbiota está presente en el meconio de los bebés, por lo que ya la madre será responsable con su alimentación, de las primeras bacterias del neonato. Los bebés nacidos por cesárea tienen una microbiota diferente a los nacidos por parto vaginal, ya que no entran en contacto con las bacterias presentes en el canal de parto. Este factor inicial puede influir en el desarrollo del sistema inmunológico y en la salud digestiva, aunque siempre puede recuperarse una óptima microbiota a lo largo de la vida.
  2. La lactancia materna: La leche materna contiene una gran cantidad de prebióticos (que alimentan a las bacterias buenas) y anticuerpos que ayudan a formar una microbiota intestinal saludable y a fortalecer el sistema inmune del bebé.
  3. La alimentación complementaria: La introducción de alimentos sólidos es un momento clave para diversificar la microbiota. Alimentos ricos en fibra, frutas, verduras y probióticos (como el yogur) pueden favorecer el crecimiento de bacterias beneficiosas.
  4. Antibióticos y otros factores ambientales: El uso innecesario de antibióticos, la contaminación ambiental o el estrés también pueden alterar el equilibrio microbiano, afectando el desarrollo del sistema inmune y aumentando el riesgo de enfermedades crónicas en la edad adulta.

¿Cómo promover una microbiota saludable?

  1. Optar por el parto vaginal cuando sea posible: El contacto con las bacterias del canal de parto es beneficioso para el bebé.
  2. Fomentar la lactancia materna: Además de ser el alimento ideal, la leche materna tiene componentes esenciales para el desarrollo de una microbiota sana.
  3. Incorporar alimentos ricos en fibra: Una vez iniciada la alimentación complementaria, ofrecer una variedad de alimentos saludables puede ayudar a establecer una microbiota diversa.
  4. Evitar el uso innecesario de antibióticos: Siempre bajo indicación médica, los antibióticos deben usarse con precaución para no alterar la microbiota de forma negativa.

REFERENCIAS:

  1. Kerr CA, Grice DM, Tran CD, Bauer DC, Li D, Hendry P, Hannan GN. Los primeros eventos de la vida influyen en la salud metabólica de toda la vida a través de la microflora intestinal y la permeabilidad intestinal. Crit Rev Microbiol. 2015;41(3):326–340. doi:10.3109/1040841X.2013.837863.
  2. Sanidad KZ, Zeng MY. Microbioma intestinal neonatal e inmunidad. Curr Opin Microbiol. 2020;56:30–37. doi:10.1016/j.mib.2020.05.011.
  3. Meckel KR, Kiraly DD. Los microbios maternos apoyan el cableado cerebral fetal.Naturaleza. 2020;586(7828):203-205. doi:10.1038/d41586-020-02657-y.
  4. Warner BB, Deych E, Zhou Y, Hall-Moore C, Weinstock GM, Sodergren E, Shaikh N, Hoffmann JA, Linneman LA, Hamvas A, et al. Disbiosis bacteriana intestinal y enterocolitis necrotizante en bebés de muy bajo peso al nacer: un estudio prospectivo de casos y controles. Lancet. 2016;387(10031):1928-1936. doi:10.1016/s0140-6736(16)00081-7.
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Los días 17, 18, 24 y 25 de enero de 2025, tendrás la oportunidad de consultar a nuestros especialistas tus dudas sobre cómo afecta tu microbiota a tu salud mental.

Recuerda que durante la exposición, nuestros especialistas no ofrecerán formaciones regladas, sino que estarán en las instalaciones para que te dirijas a ellos cuando quieras.

Más adelante publicaremos fechas en las que sí realizaremos una Jornada de Formación sobre Microbiota y Psicobioma más reglada.

Consulta horarios de la exposición y la asistencia de nuestros especialistas AQUÍ.

Apúntate!!!

Nieves López-Brea Serrat
Psicóloga Sanitaria
Experta en Neuropsicología Clínica Infanto-Juvenil

 

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