Trastorno del espectro autista (TEA)

TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA (TEA)

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición del neurodesarrollo caracterizado por alteraciones en la comunicación, en la interacción social y la presencia de comportamientos repetitivos y/o intereses de tipo restringido. Las manifestaciones de este trastorno varían considerablemente, lo que hace que cada individuo se ubique en diferentes puntos de un espectro. Por tanto, abarca desde personas con altos niveles de funcionamiento (anteriormente clasificado como Síndrome de Asperger) hasta aquellas que presentan déficits muy significativos (Muñoz & Villanueva, 2021).

Las dificultades en la comprensión y el uso del lenguaje en contextos sociales engloban pacientes no verbales, con una limitación para iniciar y mantener conversaciones, con déficits en la interpretación de señales sutiles como expresiones faciales, gestos y/o tonos de voz, etc. (Cuevas et al., 2020). Este hecho puede apreciarse, en ocasiones, en una falta de reciprocidad que conlleva una tendencia a mantener comunicaciones centradas en el tema de interés de la persona, obviando las necesidades del otro (Álvarez et al., 2019).

Además, los pacientes suelen tener preferencia por seguir rutinas estrictas, presentando una resistencia al cambio en sus tareas del día a día (López, 2018). Suele ser habitual que muestren un interés excesivo en ciertos temas que dificultan la participación en otras actividades o interacciones sociales (González & Fernández, 2020).

Otra característica habitual es la alteración en el procesamiento sensorial. Muchos niños y adultos tienen una respuesta atípica, incluyendo tanto hipersensibilidad (molestias a ruidos, luces, texturas… ) como hiposensibilidad (falta de respuesta al dolor o la temperatura, hecho que puede ser muy peligroso) (Sánchez et al., 2018). Este hecho contribuye a la dificultad para adaptarse a nuevos entornos y situaciones, aumentando la ansiedad y el estrés. (Sánchez et al., 2018).

Desde un punto de vista diagnóstico, es crucial una evaluación que combine diversas fuentes de información, incluidas observaciones clínicas, entrevistas con los padres y el uso de herramientas estandarizadas. Entre las más utilizadas en el contexto clínico están el Autism Diagnostic Interview-Revised (ADI-R) y el Autism Diagnostic Observation Schedule (ADOS-2), que permiten evaluar tanto las características del trastorno en función del desarrollo temprano como los comportamientos actuales del individuo (Grados et al., 2018; López, 2018). Además, las pruebas de reconocimiento emocional y los autoinformes proporcionan mucha información sobre la capacidad del individuo para percibir y comprender las emociones de los demás (Saldarriaga et al., 2019).

La evaluación precisa es la base para ofrecer apoyos adecuados a la persona (González & Fernández, 2020). El tratamiento debe centrarse en conocer y potenciar las habilidades del paciente con su ritmo y estilo de aprendizaje, más allá de enfocarse únicamente en las dificultades. Entre las técnicas encontramos el entrenamiento en habilidades sociales, gestión y comprensión emocional, funciones ejecutivas (inhibición, flexibilidad cognitiva…), integración sensorial, etc.

Si necesitas realizar una evaluación de autismo (TEA) con ADOS-2 y ADI-R en Benalmádena, Málaga, consúltanos.

Contacto

Referencias

Álvarez, S., Pérez, C., & Gómez, J. (2019). Trastorno del espectro autista: Perspectivas actuales en la evaluación y el tratamiento. Editorial Universidad de Salamanca.

Cuevas, K., Lázaro, S., & García-Pérez, R. (2020). Aspectos neuropsicológicos del autismo: Nuevas perspectivas en la comprensión del trastorno del espectro autista. Revista Latinoamericana de Psicología, 52(2), 168-179. https://doi.org/10.14349/rlp.2020.v52.n2.168

González, M., & Fernández, E. (2020). El diagnóstico del Trastorno del Espectro Autista en la infancia: Estrategias y herramientas en la evaluación. Psicología en Desarrollo, 23(1), 45-58.

Grados, M., Salgado, J., & Martínez, G. (2018). Herramientas diagnósticas para el Trastorno del Espectro Autista: Avances y desafíos. Revista de Psicología y Neurociencias, 40(1), 45-56.

López, M. (2018). El diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista: Herramientas y técnicas de evaluación en la práctica clínica. Editorial Planteamiento.

Muñoz, A., & Villanueva, A. (2021). El Trastorno del Espectro Autista: Nuevas tendencias en la identificación y diagnóstico temprano. Revista Española de Pedagogía, 79(1), 85-99. https://doi.org/10.22550/REP2021.79.1.003

Saldarriaga, E., Vargas, C., & Saldarriaga, G. (2019). Evaluación y diagnóstico del autismo en niños: Herramientas y enfoques actuales. Revista de Psicología del Desarrollo, 30(4), 227-239. https://doi.org/10.1016/j.rpsd.2019.06.003

Sánchez, L., Rodríguez, S., & García, J. (2018). Trastornos del procesamiento sensorial en el Trastorno del Espectro Autista: Implicaciones para la intervención. Psicología y Salud, 28(2), 132-145. https://doi.org/10.1016/j.psysal.2018.03.004

Desirée Castellano
Neuropsicóloga Clínica

Microbiota y depresión

MICROBIOTA Y DEPRESIÓN

Según la OMS (2023), la depresión es uno de los trastornos mentales más comunes, estimando que 1 de cada 6 españoles les afectará en algún momento de su vida. La sintomatología representa un cambio en el funcionamiento previo (estado ánimo deprimido, diminución interés o placer en actividades diarias, pérdida o aumento de peso, insomnio o hipersomnia, agitación o retraso psicomotor, sentimiento de culpa y disminución de la capacidad de concentración y toma de decisiones), durante al menos dos semanas. En los últimos años, las investigaciones que relacionan la sintomatología depresiva y la microbiota intestinal han plasmado la influencia de ésta en la presencia de los síntomas de este trastorno.

La microbiota intestinal es el conjunto de microorganismos que residen en nuestro cuerpo (bacterias, hongos, arqueras, virus y parásitos).

En los últimos años, se evidencia la comunicación bidireccional entre el tracto gastrointestinal y el sistema nervioso central (SNC), a través del denominado eje intestino-cerebro. Principalmente se da la comunicación entre (Kransel et al., 2024):

  • Nervio vago: las fibras aferentes del nervio vago, transmiten señales de la microbiota intestinal al cerebro, influyendo en la aparición de sintomatología depresiva. Su estimulación tiene un efecto antiinflamatorio y ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de la depresión.
  • Sistema circulatorio: la presencia de estrés promueve un estado de dibiosis intestinal, y a nivel del SNC se asocia a peor control del estrés, presentando una mayor tendencia a estados depresivos.
  • Sistema inmune: su activación viene determinada por microorganismos patógenos, empeorando la sintomatología depresiva.

Numerosos estudios, describen la existencia de una alteración en la composición de la microbiota intestinal en pacientes son síntomas depresivos. Se ha demostrado que la presencia de ciertas bacterias en el tracto intestinal, están involucradas en la síntesis de neurotransmisores del SNC. La composición de la microbiota, interviene en la regulación del sistema inmune, la respuesta inflamatoria y los niveles de ciertos neurotransmisores implicados en la depresión.

La relación entre la microbiota intestinal y la depresión se ha estudiado ya que se conocen los vínculos entre la inflamación, la liberación de hormonas y la presencia de síntomas depresivos (Peirce y Alviña, 2019). Los cambios en la composición de la microbiota podrían desempeñar un papel en el desarrollo y la exacerbación de trastornos del estado de ánimo, como la depresión (Keller et al., 2017)

Es importante destacar que tanto la microbiota intestinal como la depresión están influenciadas por factores externos. La dieta, el estilo de vida y el estrés son elementos ambientales que pueden modular tanto la composición de la microbiota como el estado de ánimo de una persona (Lucas, 2018). Al igual que la presencia de un estrés a largo plazo puede afectar de forma negativa tanto al eje hipotálamo-hipófisis-adrenal como a la microbiota intestinal, lo que favorece y contribuye al desarrollo y mantenimiento de la sintomatología depresiva (Kelly et al, 2016).

Por todo ello, el abordaje de la depresión debe ser multidisciplinar. Un aspecto esencial es mantener un estilo de vida saludable, en el que se tenga en cuenta tanto el ejercicio físico como la alimentación, ya que como hemos conocido contribuyen a la mejora de la salud mental, y, por consiguiente, menor sintomatología depresiva.

Numerosos estudios indican la influencia positiva del tratamiento probiótico en la depresión, ya que reduce los marcadores inflamatorios y condiciona los niveles en diversas áreas encefálicas, modulando los niveles de neurotransmisores implicados en este trastorno. Además, mejora la calidad del sueño, memoria, fatiga y rendimiento cognitivo, síntomas del cuadro depresivo.

Los días 17, 18, 24 y 25 de enero de 2025, tendrás la oportunidad de consultar a nuestros especialistas tus dudas sobre cómo afecta tu microbiota a tu salud mental o al neurodesarrollo de tu bebé.

Recuerda que durante la exposición, nuestros especialistas no ofrecerán formaciones regladas, sino que estarán en las instalaciones para que te dirijas a ellos cuando quieras.

Más adelante publicaremos fechas en las que sí realizaremos una Jornada de Formación sobre Microbiota y Psicobioma más reglada.

Consulta horarios de la exposición y la asistencia de nuestros especialistas AQUÍ.

Apúntate!!!

REFERENCIAS:

Keller, J., Gomez, R., Williams, G., Lembke, A., Lazzeroni, L., Murphy, G. M., & Schatzberg, A. F. (2017). HPA axis in major depression: Cortisol, clinical symptomatology and genetic variation predict cognition. Molecular Psychiatry, 22(4), 527-536. https://doi.org/10.1038/mp.2016.120

Kelly, J. R., Borre, Y., Aidy, S. E., Deane, J., Patterson, E., Kennedy, P. J., Beers, S., Scott, K., Moloney, G., Scott, L., Ross, P., Stanton, C., Clarke, G., Cryan, J. F., & Dinan, T. G. (2016). P.4.001 Transferring the blues: Depression-associated gut microbiota induces neurobehavioural changes in the rat. European Neuropsychopharmacology, 26, S85-S86

Kransel            MSS,    Jaramillo         Zafra   JJ,        Osorio Diago   I,          Becerra           Hernández      LV.        Depresión,      ansiedad         y            microbiota      intestinal:        mecanismos   neurobiológicos.        Acta    Neurol Colomb.          2024;40(3):e1341.                  https://doi.org/10.22379/anc.v40i3.1341

Lucas, G. (2018). Gut thinking: The gut microbiome and mental health beyond the head. Microbial Ecology in Health and Disease, 29(2), 1548250. https://doi.org/10.1080/16512235.2018.1548250

Peirce, J. M., & Alviña, K. (2019). The role of inflammation and the gut microbiome in depression and anxiety. Journal of neuroscience research, 97(10), 1223-1241.

Alba Ruiz Gómez
Psicóloga Sanitaria

Síndrome del Intestino Irritable (SII)

Síndrome del Intestino Irritable (SII)

El síndrome del intestino irritable (SII), anteriormente conocido como colon irritable, es uno de los trastornos funcionales digestivos más comunes, con una prevalencia en España en torno al 7-10% (Mearin et al., 2016). Se caracteriza por dolor abdominal recurrente, hinchazón y alteraciones en el hábito intestinal (diarrea, estreñimiento o una combinación de ambos). Es un trastorno que representa un alto porcentaje de consultas en atención primaria y derivaciones a gastroenterología. Durante los últimos años, las investigaciones han resaltado el papel central de la microbiota intestinal y su relación con las implicaciones psicológicas asociadas a este trastorno.

La microbiota intestinal, compuesta por miles de millones de microorganismos que habitan el tracto gastrointestinal, desempeña un papel esencial en funciones metabólicas, inmunológicas y de comunicación con el sistema nervioso central (SNC). En el SII, los estudios han señalado desequilibrios significativos en la composición microbiana como la disminución de bacterias beneficiosas [fundamentales para la regulación de la inflamación] (Rodríguez de Santiago et al., 2019), el aumento de bacterias patógenas [hecho que contribuye a la inflamación y el aumento de la permeabilidad intestinal] (Cañete & Esteban, 2020) y la pérdida de diversidad microbiana [asociado a una menor capacidad de la microbiota a adaptarse a cambios externos como el estrés] (Molina-Infante et al., 2018).

El eje intestino-cerebro es clave para entender la interacción entre el sistema digestivo y el nervioso central. Esta comunicación bidireccional permite que los factores físicos y los emocionales se influyan mutuamente. En pacientes con SII, este eje está particularmente alteado:

La Inflamación sistémica de bajo grado provocado por el desequilibrio en la microbiota: desencadena una serie de respuesta inflamatorias, contribuyendo al dolor abdominal y al incremento de la ansiedad y depresión (Gutiérrez & Olmedo, 2020).

Desequilibrio a nivel neuroquímico: las bacterias intestinales tienen dificultades para producir con normalidad neurotransmisores como la serotonina y el GABA que son esenciales para regular el estado de ánimo y la percepción del dolor (Rodríguez de Santiago et al., 2019).

Hiperactivación del eje HPA (hipotalámico-hipofisario-adrenal): implicando una mayor respuesta al estrés y al agravamiento de la sintomatología, afectando al estado de ánimo y el bienestar emocional (Cañete & Esteban, 2020).

Estos factores conforman un círculo vicioso: el estrés aumenta los síntomas digestivos, la alteración de la microbiota y la inflamación aumentan el dolor y la sintomatología emocional, y estos, a su vez, intensifican la sensación de malestar psicológico.

El diagnóstico de SII puede generar un gran impacto psicológico en los pacientes debido al carácter crónico, impredecible y multifactorial del mismo. Entre las principales consecuencias se incluyen ansiedad anticipatoria (miedo a los síntomas en situaciones sociales y laborales) (Gutiérrez & Olmedo, 2020), depresión y aislamiento social debido a la frustración derivada de los síntomas recurrentes y las limitaciones en la calidad de vida (Molina-Infante et al., 2018), somatización que incrementa la atención a las señales físicas y perpetúa el malestar emocional (Rodríguez de Santiago et al., 2019) e, incluso, estigma y vergüenza.

Para abordar estas consecuencias, se recomienda un enfoque integral que combine diferentes enfoques: educación sobre el SII para comprender el trastorno, planificación dietética (consultar con un nutricionista especializado), cambios en el estilo de vida, control del estrés, conseguir una red de apoyo, tratamiento médico y terapia psicológica con exposición ante situaciones temidas (eficaz para reducir la ansiedad y modificar las creencias disfuncionales sobre el dolor y los síntomas digestivos) (Gutiérrez & Olmedo, 2020).

Los días 17, 18, 24 y 25 de enero de 2025, tendrás la oportunidad de consultar a nuestros especialistas tus dudas sobre cómo afecta tu microbiota a tu salud mental o al neurodesarrollo de tu bebé.

Recuerda que durante la exposición, nuestros especialistas no ofrecerán formaciones regladas, sino que estarán en las instalaciones para que te dirijas a ellos cuando quieras.

Más adelante publicaremos fechas en las que sí realizaremos una Jornada de Formación sobre Microbiota y Psicobioma más reglada.

Consulta horarios de la exposición y la asistencia de nuestros especialistas AQUÍ.

Apúntate!!!

Referencias

Cañete, F., & Esteban, M. (2020). Avances en el conocimiento del eje intestino-cerebro en el síndrome de intestino irritable. Gastroenterología y Hepatología, 43(4), 203-214. https://doi.org/10.1016/j.gastrohep.2019.12.004

Gutiérrez, M. M., & Olmedo, M. (2020). Relación entre microbiota intestinal y trastornos emocionales en el síndrome de intestino irritable. Revista Española de Enfermedades Digestivas, 112(5), 345-352. https://doi.org/10.17235/reed.2020.6859/2019

Mearin, F., Ciriza, C., Mínguez, M., Rey, E., Mascort, J. J., & Peña, E. (2016). Guía clínica para el manejo del síndrome del intestino irritable. Medicina Clínica (Barcelona), 147(8), 345-351. https://doi.org/10.1016/j.medcli.2016.06.001

Molina-Infante, J., Serra, J., Fernández-Bañares, F., & Mearin, F. (2018). Dieta baja en FODMAPs en el tratamiento del síndrome de intestino irritable. Gastroenterología y Hepatología, 41(1), 10-22. https://doi.org/10.1016/j.gastrohep.2017.11.005

Rodríguez de Santiago, E., Rodríguez Ferrer, I., & Yago, F. (2019). Disbiosis intestinal en el síndrome del intestino irritable: nuevas perspectivas terapéuticas. Revista de Gastroenterología de México, 84(1), 35-43. https://doi.org/10.1016/j.rgmx.2018.04.002

Desirée Castellano
Neuropsicóloga Clínica

Cómo las hormonas digestivas afectan a la salud mental

Cómo las hormonas digestivas afectan a la salud mental

La Navidad y el Año Nuevo ya han quedado atrás, y la mayoría de nosotros pasamos esos días no solo rodeados de nuestros seres queridos, sino también disfrutando de deliciosos platos. Aunque esto nos deja una sensación de calidez y satisfacción, puede tener efectos mayores en nuestros cuerpos que solo darle un poco de trabajo extra a nuestra digestión. ¿Quién habría pensado que las hormonas liberadas durante el simple acto de comer podrían influir directamente en nuestra salud mental? ¿O que algo tan común como saborear una comida también podría moldear cómo nuestro cerebro procesa el estrés, el hambre o la saciedad?

En el centro de esta conexión compleja entre comida, cuerpo y cerebro están tres actores clave: la grelina, el cortisol y la colecistoquinina (CCK). Estas hormonas hacen más que regular el hambre o la digestión: también interactúan con el cerebro, a veces actuando como neurotransmisores. Pero, ¿qué significa eso? ¿Y cómo pueden las sustancias que viajan por el torrente sanguíneo tener un impacto tan profundo en nuestra comunicación neural?

Para responder a esto, es esencial entender los roles de los neurotransmisores y las hormonas. Los neurotransmisores son los mensajeros de respuesta rápida del cuerpo. Son liberados por las células nerviosas y actúan localmente, enviando señales a través de las sinapsis a otras neuronas, músculos o glándulas. Imagínalos como mensajes instantáneos enviados de un dispositivo a otro (University of Queensland, 2024). Las hormonas, en cambio, son más como cartas enviadas por correo postal. Producidas por las glándulas endocrinas y liberadas en el torrente sanguíneo, viajan por el cuerpo para alcanzar sus células objetivo, influyendo en procesos como el metabolismo, la respuesta al estrés y el crecimiento. Sus efectos son sistémicos y más lentos que la acción rápida de los neurotransmisores (Stárka & Dušková, 2020).

Pero aquí es donde se pone fascinante: algunas hormonas, como la grelina, el cortisol y la colecistoquinina CCK, pueden difuminar las líneas entre estos dos roles.

Por ejemplo, imagina que te saltas el desayuno y sientes ese rugido tan familiar en tu estómago. Eso es la grelina en acción. Producida en el estómago, le señala a tu cerebro que es hora de comer. Sin embargo, la grelina no se limita a ser una hormona del hambre; también puede funcionar como una molécula neuroactiva, aumentando tu concentración y motivándote a priorizar la comida (Pradhan, Samson, & Sun, 2013).

Ahora imagina que te estás recuperando de una presentación estresante. El cortisol, liberado por las glándulas suprarrenales, ayuda a tu cuerpo a afrontar el estrés (Knezevic, Nenic, Milanovic, & Knezevic, 2023). Pero esta “hormona del estrés” también influye en neurotransmisores como el GABA y el glutamato, que afectan el estado de ánimo y la regulación de la energía. Aunque el cortisol no es directamente un neurotransmisor, modula el equilibrio químico del cerebro, ilustrando su rol dual (Cleveland Clinic, 2024).

Finalmente, piensa en la satisfacción que sientes después de una comida abundante. Ahí está entrando la colecistoquinina. Liberada por el intestino delgado, activa las enzimas digestivas y estimula la vesícula biliar (National Institutes of Medicine, 2024). Al mismo tiempo, actúa como un neurotransmisor en el cerebro, señalando la saciedad y alentándote a dejar de comer (Rehfeld, 2017).

Grelina: más que solo la campana de rebato del hambre

Comencemos con la grelina, la llamada “hormona del hambre”. Aunque su función principal es indicarle al cerebro que es hora de comer, el alcance de la grelina va mucho más allá de señalar un estómago vacío. Esta hormona interactúa con los sistemas de recompensa del cerebro, particularmente en el área tegmental ventral, una parte clave del cerebro asociada con la motivación y el placer (Müller et al., 2015). Los estudios muestran que la grelina puede amplificar los aspectos gratificantes de la comida, especialmente en condiciones de estrés, empujándonos hacia la comida reconfortante (Schéle, Bake, Rabasa, & Dickson, 2016). Pero este mismo camino también significa que la grelina tiene un papel en la modulación del estado de ánimo y la resiliencia emocional.

Por ejemplo, el ayuno prolongado puede llevar no solo al hambre física, sino también a una irritabilidad o inquietud aumentada, un efecto emocional de la actividad de la grelina en el cerebro (Chuang & Zigman, 2020). Por el contrario, en el contexto del estrés crónico o los trastornos de ansiedad, los niveles elevados de grelina pueden desajustar el equilibrio de recompensa del cerebro, haciendo que sea más difícil resistir los hábitos alimenticios poco saludables (Müller et al., 2015).

Cortisol: el regulador del estrés que tiene un costo oculto

El cortisol, a menudo asociado con la respuesta de “lucha o huida” del cuerpo, es otra hormona que conecta la salud física y mental. En pequeñas dosis, el cortisol es invaluable, permitiéndonos responder a los desafíos, mantener el enfoque y recuperarnos del estrés. Pero cuando el estrés se vuelve crónico, el cortisol pasa de ser un regulador útil a una fuerza disruptiva. La elevación prolongada del cortisol puede suprimir la digestión, interrumpir la motilidad intestinal e incluso alterar el microbioma intestinal, que es crucial para la salud digestiva general (Chrousos, 2009).

En el lado de la salud mental, el cortisol elevado interfiere con neurotransmisores como la serotonina, un estabilizador clave del estado de ánimo. Esto puede llevar a síntomas de ansiedad, depresión e incluso dificultades cognitivas. Piensa en esos momentos en los que el estrés te deja incapaz de comer o, por el contrario, deseando alimentos azucarados y energéticos: el cortisol está trabajando a toda máquina, reorganizando tanto los sistemas de energía de tu cuerpo como tus respuestas emocionales (The Center for Health, 2024).

Colecistoquinina: de la saciedad al equilibrio emocional

La colecistoquinina puede no gozar del mismo reconocimiento que la grelina o el cortisol, pero sus funciones son igualmente intrigantes. Liberada durante las comidas, la CCK se comunica con el cerebro para frenar el apetito y ayuda en la digestión de las grasas (Rehfeld, 2017). Más allá de sus roles físicos, ejerce influencia sobre las emociones al activar el sistema límbico, fomentando sentimientos de satisfacción y relajación después de comer. Sin embargo, esta hormona tiene sus complejidades. La mayor sensibilidad a la CCK se ha relacionado con trastornos de ansiedad, ya que su activación del sistema límbico puede a veces provocar respuestas emocionales intensificadas (Rotzinger & Vaccarino, 2003).

Los estudios indican que una mayor actividad de la CCK, particularmente a través del receptor CCK-B, puede provocar ansiedad e incluso pánico en individuos vulnerables (Rotzinger & Vaccarino, 2003). Por ejemplo, la investigación ha demostrado que la administración de compuestos relacionados con la CCK puede provocar reacciones parecidas al pánico en quienes están predispuestos a estos síntomas. Esto revela la naturaleza dual de la CCK: mientras juega un papel vital en la regulación del apetito y la digestión, la disfunción en su señalización puede contribuir a trastornos del estado de ánimo, como la ansiedad generalizada y el trastorno de pánico. Estos hallazgos subrayan la conexión intrincada entre los procesos digestivos y la salud mental, destacando el eje intestino-cerebro como un área vital para la investigación continua.

En conclusión, la interacción entre la grelina, el cortisol y la colecistoquinina (CCK) va más allá del hambre y la regulación emocional para afectar significativamente el sistema digestivo. La grelina, que estimula el apetito y promueve la motilidad gástrica, prepara al cuerpo para la ingesta de alimentos (Pradhan, Samson, & Sun, 2013). El cortisol, una hormona del estrés, interrumpe la digestión cuando está elevado crónicamente, ralentizando la motilidad intestinal y alterando el microbioma intestinal, lo que puede causar problemas digestivos (Chrousos, 2009). Mientras tanto, la colecistoquinina, liberada después de comer, apoya la digestión al estimular la liberación de bilis y enzimas digestivas, mientras señala al cerebro que se ha alcanzado la saciedad (Rehfeld, 2017). Dado que estas hormonas desempeñan roles fundamentales tanto en la digestión como en la regulación emocional, su influencia en el sistema digestivo puede afectar directamente el estado de ánimo, los niveles de estrés y la salud mental en general, destacando la profunda conexión entre nuestro intestino y cerebro.

Al comprender estos mecanismos, podemos tomar decisiones más informadas sobre nuestros hábitos alimenticios y cómo gestionamos el estrés.

Los días 17, 18, 24 y 25 de enero de 2025, tendrás la oportunidad de consultar a nuestros especialistas tus dudas sobre cómo afecta tu microbiota a tu salud mental.

Recuerda que durante la exposición, nuestros especialistas no ofrecerán formaciones regladas, sino que estarán en las instalaciones para que te dirijas a ellos cuando quieras.

Más adelante publicaremos fechas en las que sí realizaremos una Jornada de Formación sobre Microbiota y Psicobioma más reglada.

Consulta horarios de la exposición y la asistencia de nuestros especialistas AQUÍ.

Apúntate!!!

 

Referencias

Chrousos, G. P. (2009). Stress and disorders of the stress system. Nature Reviews

Endocrinology, 5(7), 374-381. https://doi.org/10.1038/nrendo.2009.106

Chuang, J., & Zigman, J. M. (2010). Ghrelin’s roles in stress, mood, and anxiety regulation. International Journal of Peptides, 2010, 1–5. https://doi.org/10.1155/2010/460549

Cleveland Clinic. (2024). The cortisol connection. Retrieved from https://consultqd.clevelandclinic.org/the-cortisol-connection?utm_source=chatgpt.co m

Knezevic, E., Nenic, K., Milanovic, V., & Knezevic, N. N. (2023). The role of cortisol in chronic stress, neurodegenerative diseases, and psychological disorders. Cells, 12(23), 2726. https://doi.org/10.3390/cells12232726

Müller, T., Nogueiras, R., Andermann, M., Andrews, Z., Anker, S., Argente, J., Batterham, R., Benoit, S., Bowers, C., Broglio, F., Casanueva, F., D’Alessio, D., Depoortere, I., Geliebter, A., Ghigo, E., Cole, P., Cowley, M., Cummings, D., Dagher, A., … Tschöp, M. (2015). Ghrelin. Molecular Metabolism, 4(6), 437-460.https://doi.org/10.1016/j.molmet.2015.03.005

Okonkwo, O., Zezoff, D., & Adeyinka, A. (2023, May 1). Biochemistry, cholecystokinin. StatPearls – NCBI Bookshelf. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK534204/

Pradhan, G., Samson, S. L., & Sun, Y. (2013). Ghrelin: Much more than a hunger hormone. Current Opinion in Clinical Nutrition & Metabolic Care, 16(6), 619-624. https://doi.org/10.1097/MCO.0b013e328365b9be

Müller, T., Nogueiras, R., Andermann, M., Andrews, Z., Anker, S., Argente, J., Batterham, R., Benoit, S., Bowers, C., Broglio, F., Casanueva, F., D’Alessio, D., Depoortere, I., Geliebter, A., Ghigo, E., Cole, P., Cowley, M., Cummings, D., Dagher, A., . . . Tschöp, M. (2015b). Ghrelin. Molecular Metabolism, 4(6), 437–460.https://doi.org/10.1016/j.molmet.2015.03.005

Rehfeld, J. F. (2017). Cholecystokinin – from local gut hormone to ubiquitous messenger. Frontiers in Endocrinology, 8, 47. https://doi.org/10.3389/fendo.2017.00047

Cholecystokinin receptor subtypes: role in the modulation of anxiety-related and reward-related behaviours in animal models. (2003, May 1). PubMed. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/12790157/

Schéle, E., Bake, T., Rabasa, C., & Dickson, S. L. (2016). Centrally administered ghrelin acutely influences food choice in rodents. PLoS ONE, 11(2), e0149456. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0149456

Stárka, L., & Dušková, M. (2020). What is a hormone? Physiological Research, S183–S185. https://doi.org/10.33549/physiolres.934509

The Center for Health. (2024). Cortisol and stress. Retrieved from https://www.thecenterforhas.com/increase-serotonin-by-improving-gut-health/

University of Queensland. (2024). What are neurotransmitters? Retrieved fromhttps://qbi.uq.edu.au/brain/brain-functions/what-are-neurotransmitters

Jana Isabel Vicente
@neuropsyblog

Nieves López-Brea Serrat
Psicóloga Sanitaria
Experta en Neuropsicología Clínica Infanto-Juvenil

How Digestive Hormones Affect Mental Health

How Digestive Hormones Affect Mental Health

Christmas and New Year’s are behind us, and most of us spent those days not only surrounded by loved ones but also indulging in delicious food. While this leaves us with a sense of warmth and satisfaction, it can have greater effects on our bodies than just giving our digestion some extra work. Who would have thought that the hormones released during the simple act of eating could directly influence our mental health? Or that something as ordinary as savoring a meal might also shape how our brain processes stress, hunger, or satiety?

At the heart of this intricate connection between food, body, and brain are three key players: ghrelin, cortisol, and cholecystokinin (CCK). These hormones do more than regulate hunger or digestion – they also interact with the brain, sometimes acting like neurotransmitters. But what does that mean? And how can substances that travel through the bloodstream have such a profound impact on our neural communication?

To answer this, it’s essential to understand the roles of neurotransmitters and hormones. Neurotransmitters are the body’s rapid-response messengers. They are released by nerve cells and act locally, sending signals across synapses to other neurons, muscles, or glands. Think of them as instant texts sent from one device to another (University of Queensland, 2024). Hormones, by contrast, are more like letters sent through the postal system. Produced by endocrine glands and released into the bloodstream, they travel across the body to reach their target cells, influencing processes like metabolism, stress response, and growth. Their effects are systemic and slower than the quickfire action of neurotransmitters (Stárka & Dušková, 2020).

But here’s where it gets fascinating: some hormones, like ghrelin, cortisol, and CCK, can blur the lines between these two roles. For example, imagine skipping breakfast and feeling that all-too-familiar growl in your stomach. That’s ghrelin in action. Produced in the stomach, it signals your brain that it’s time to eat. However, ghrelin doesn’t stop at being a hunger hormone; it can also function as a neuroactive molecule, heightening your focus and driving you to prioritize food (Pradhan, Samson, & Sun, 2013).

Now picture yourself recovering from a stressful presentation. Cortisol, released by the adrenal glands, helps your body cope with stress (Knezevic, Nenic, Milanovic, & Knezevic, 2023). But this “stress hormone” also influences neurotransmitters like GABA and glutamate, which affect mood and energy regulation. While cortisol isn’t directly a neurotransmitter, it modulates the brain’s chemical balance, illustrating its dual role (Cleveland Clinic, 2024).

Finally, think about the satisfaction you feel after a hearty meal. That’s cholecystokinin stepping in. Released by the small intestine, it activates digestive enzymes and stimulates the gallbladder (National Institutes of Medicine, 2024). At the same time, it acts as a neurotransmitter in the brain, signaling fullness and encouraging you to stop eating (Rehfeld, 2017).

The multifaceted roles of ghrelin, cortisol, and cholecystokinin (CCK) reveal the intricate connections between our physical and psychological well-being. While they govern crucial functions such as appetite, stress response, and digestive processes, their effects ripple outward to influence behaviors, mood states, and overall mental health. Recognizing these connections highlights how everyday factors, like eating patterns and stress levels, are intricately linked to these hormones and their far-reaching impact.

Ghrelin: More Than Just Hunger’s Alarm Bell

Let’s start with ghrelin, the so-called “hunger hormone.” While its primary function is to tell the brain that it’s time to eat, ghrelin’s reach goes far beyond signaling an empty stomach. This hormone interacts with the brain’s reward systems, particularly in the ventral tegmental area, a key part of the brain associated with motivation and pleasure (Müller et al., 2015). Studies show that ghrelin can amplify the rewarding aspects of food, especially under conditions of stress, pushing us toward comfort eating (Schéle, Bake, Rabasa, & Dickson, 2016). But this same pathway also means ghrelin has a hand in modulating mood and emotional resilience.

For instance, prolonged fasting can lead not only to physical hunger but also to heightened irritability or restlessness – an emotional ripple effect of ghrelin’s activity in the brain (Chuang & Zigman, 2020). Conversely, in the context of chronic stress or anxiety disorders, elevated ghrelin levels can skew the brain’s reward balance, making unhealthy eating habits harder to resist (Müller et al., 2015).

Cortisol: The Stress Regulator with a Hidden Cost

Cortisol, often associated with the body’s “fight or flight” response, is another hormone that bridges the gap between physical and mental health. In small doses, cortisol is invaluable, allowing us to respond to challenges, maintain focus, and recover from stress. But when stress becomes chronic, cortisol shifts from being a helpful regulator to a disruptive force. Prolonged elevation of cortisol can suppress digestion, disrupt gut motility, and even alter the gut microbiome, which is crucial for overall digestive health (Chrousos, 2009).

On the mental health side, elevated cortisol interferes with neurotransmitters like serotonin, a key mood stabilizer. This can lead to symptoms of anxiety, depression, and even cognitive difficulties. Think of those moments when stress leaves you unable to eat or, conversely, craving sugary, high-energy foods: cortisol is working overtime, rewiring both your body’s energy systems and your emotional responses (The Center for Health, 2024).

Cholecystokinin: From Fullness to Emotional Balance

Cholecystokinin may not enjoy the same recognition as ghrelin or cortisol, but its functions are equally intriguing. Released during meals, CCK communicates with the brain to curb appetite and aids in fat digestion (Rehfeld, 2017). Beyond its physical roles, it exerts influence on emotions by engaging the limbic system, fostering feelings of satisfaction and relaxation after eating. Yet, this hormone has its complexities. Increased sensitivity to CCK has been linked to anxiety disorders, as its activation of the limbic system can sometimes lead to heightened emotional responses (Rotzinger & Vaccarino, 2003).

Studies indicate that elevated CCK activity, particularly through the CCK-B receptor, can provoke anxiety and even panic in vulnerable individuals (Rotzinger & Vaccarino, 2003). For instance, research has shown that administering CCK-related compounds can elicit panic-like reactions in those predisposed to such symptoms. This reveals the dual nature of CCK: while it plays a vital role in regulating appetite and digestion, dysregulation in its signaling can contribute to mood disorders like generalized anxiety and panic disorder. These findings emphasize the intricate connection between digestive processes and mental health, underscoring the gut-brain axis as a vital area for continued research.

In conclusion, the interplay between ghrelin, cortisol, and cholecystokinin (CCK) extends beyond hunger and emotional regulation to significantly impact the digestive system. Ghrelin, which stimulates appetite and promotes gastric motility, primes the body for food intake (Pradhan, Samson, & Sun, 2013). Cortisol, a stress hormone, disrupts digestion when chronically elevated, slowing gut motility and altering the gut microbiome, which can lead to digestive problems (Chrousos, 2009). Meanwhile, cholecystokinin, released after eating, supports digestion by stimulating bile release and digestive enzymes, while signaling to the brain that satiety has been achieved (Rehfeld, 2017). As these hormones play pivotal roles in both digestion and emotional regulation, their influence on the digestive system can directly affect mood, stress levels, and overall mental health, highlighting the profound connection between our gut and brain.

By understanding these mechanisms, we can make more informed decisions regarding our eating habits, stress management, and overall health. Small adjustments in how we address these interconnected systems can lead to profound improvements in both physical and mental well-being, emphasizing the importance of maintaining a balanced gut-brain connection for optimal health.

On the 17th, 18th, 24th and 25th of January 2025, you will have the opportunity to consult our experts and discuss any doubts you may have about the impact of your microbiota on your mental health.

Remember that during the exhibition, our experts will not give a presentation, but will simply be present so that you can talk to them about your thoughts.

We will be announcing details of a more formal microbiota and psychobiome awareness day at a later date.

Check out our schedule and which expert will be assisting when HERE. Apply now!

References

Chrousos, G. P. (2009). Stress and disorders of the stress system. Nature Reviews Endocrinology, 5(7), 374-381. https://doi.org/10.1038/nrendo.2009.106

Chuang, J., & Zigman, J. M. (2010). Ghrelin’s roles in stress, mood, and anxiety regulation. International Journal of Peptides, 2010, 1–5. https://doi.org/10.1155/2010/460549

Cleveland Clinic. (2024). The cortisol connection. Retrieved from

https://consultqd.clevelandclinic.org/the-cortisol-connection?utm_source=chatgpt.co m

Knezevic, E., Nenic, K., Milanovic, V., & Knezevic, N. N. (2023). The role of cortisol in chronic stress, neurodegenerative diseases, and psychological disorders. Cells, 12(23), 2726. https://doi.org/10.3390/cells12232726

Müller, T., Nogueiras, R., Andermann, M., Andrews, Z., Anker, S., Argente, J., Batterham, R., Benoit, S., Bowers, C., Broglio, F., Casanueva, F., D’Alessio, D., Depoortere, I., Geliebter, A., Ghigo, E., Cole, P., Cowley, M., Cummings, D., Dagher, A., … Tschöp, M. (2015). Ghrelin. Molecular Metabolism, 4(6), 437-460.https://doi.org/10.1016/j.molmet.2015.03.00

Okonkwo, O., Zezoff, D., & Adeyinka, A. (2023, May 1). Biochemistry, cholecystokinin. StatPearls – NCBI Bookshelf. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK534204/

Pradhan, G., Samson, S. L., & Sun, Y. (2013). Ghrelin: Much more than a hunger hormone. Current Opinion in Clinical Nutrition & Metabolic Care, 16(6), 619-624. https://doi.org/10.1097/MCO.0b013e328365b9be

Rehfeld, J. F. (2017). Cholecystokinin – from local gut hormone to ubiquitous messenger. Frontiers in Endocrinology, 8, 47. https://doi.org/10.3389/fendo.2017.00047

Cholecystokinin receptor subtypes: role in the modulation of anxiety-related and reward-related behaviours in animal models. (2003, May 1). PubMed. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/12790157/

Schéle, E., Bake, T., Rabasa, C., & Dickson, S. L. (2016). Centrally administered ghrelin acutely influences food choice in rodents. PLoS ONE, 11(2), e0149456. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0149456

Stárka, L., & Dušková, M. (2020). What is a hormone? Physiological Research, S183–S185. https://doi.org/10.33549/physiolres.934509

The Center for Health. (2024). Cortisol and stress. Retrieved from

https://www.thecenterforhas.com/increase-serotonin-by-improving-gut-health/

University of Queensland. (2024). What are neurotransmitters? Retrieved from

https://qbi.uq.edu.au/brain/brain-functions/what-are-neurotransmitters

Jana Isabel Vicente @neuropsyblog

Nieves López-Brea Serrat
Psicóloga Sanitaria
Experta en Neuropsicología Clínica Infanto-Juvenil

Psycolab celebra el X Aniversario de Neuropsicología Clínica

En 2025, PSYCOLab celebra su X Aniversario de práctica de Neuropsicología Clínica en Benalmádena y su mayoría de edad, 18 años, como centro referente de Psicología en Málaga.

Con motivo de ello, estamos organizando unas Jornadas de Difusión Científica sobre “Microbiota y Psicobioma”, que acompañaremos con la exposición EXCRETA, realizada por el Museo Nacional de Ciencias Naturales en colaboración con el CSIC y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (MNCN-CSIC), presenta una perspectiva ecológica, médica, social y cultural que no solemos tener en cuenta por el tabú que representa.

A lo largo de nuestra trayectoria en Benalmádena, hemos realizado diferentes actividades solidarias para devolver de algún modo, el apoyo que nos venís prestando desde hace tantos años y que siempre habéis acogido con gran interés.

Por señalar algunas, los proyectos “Otra Oportunidad”, mantenido durante varios años y dirigido a menores en riesgo de exclusión, a los que se le dio la oportunidad de evaluar sus dificultades cognitivas y socio-emocionales para después abordarlo terapéuticamente y conseguir una mejora de su gestión emocional, un entrenamiento en habilidades sociales y un fortalecimiento de sus funciones ejecutivas.

También iniciamos el proyecto “CUIDA-me”, orientado a ofrecer apoyo psicológico a mujeres embarazadas, a mujeres con depresión post-parto y a mujeres con duelo perinatal. También asistimos a menores con depresión.

Otros proyectos realizados por PSYCOLab, han abordado el facilitar técnicas a la población para la gestión de la ansiedad y mejorar el estado emocional; talleres de inteligencia emocional o Aprendizaje Socio Emocional (ASE) en la población infantil y adolescente y sus familias; nuestros famosos talleres ASEPCE (Aprendizaje Socio Emocional Para la Convivencia Escolar) para ayudar a Prevenir y Abordar el Acoso Escolar en las escuelas y el Ciberbullying; hemos realizado campamentos de verano para estimular talentos múltiples; hemos diseñado proyectos digitales para trabajar la Coeducación en los Colegios (“Si tú eres tú y yo soy yo, quién es más libre de los dos”); hemos hecho Chequeos Gratuitos de Memoria para la población de Benalmádena a mayores de 45 años con antecedentes familiares de trastornos neurodegenerativos; y un largo etcétera que nos animan a seguir ofreciendo este tipo de iniciativas por la buena acogida que siempre demostráis.

Hemos hablado del cerebro del bebé, del cerebro infantil, del cerebro adolescente, del cerebro adulto, del cerebro en la vejez,…

Preparaos porque ahora vamos a hablar de “caca”:

La EXCRETA son productos del metabolismo que el organismo expulsa, y nos guste o no, forma parte de nuestras vidas. Excretamos porque estamos vivos. Pero es que, además, existen multitud de aspectos relevantes en relación a nuestra salud física y mental (por su interacción en el eje intestino-cerebro), y para la salud del planeta.

Nuestro equipo de especialistas de la Medicina, Psiquiatría, Neuropsicología y Psicología Sanitaria, hablarán de microbiota y psicobioma, de gran interés hoy en día en la población en general; y explicarán el por qué de muchos trastornos digestivos, inmunitarios, metabólicos, endocrinos, psicológicos y emocionales se dan hoy en día por la alteración o disbiosis de la microbiota, y que son causantes, de la larga lista de espera que han empezado a tener especialistas de la Medicina Digestiva.

Podrás interactuar con ellos y preguntarles las dudas que tengas sobre diferentes temas que hemos preparado para ti.

Los días 17, 18, 24 y 25 de enero de 2025, tendrás la oportunidad de consultar a nuestros especialistas tus dudas sobre cómo afecta tu microbiota a tu salud mental.

Recuerda que durante la exposición, nuestros especialistas no ofrecerán formaciones regladas, sino que estarán en las instalaciones para que te dirijas a ellos cuando quieras.

Más adelante publicaremos fechas en las que sí realizaremos una Jornada de Formación sobre Microbiota y Psicobioma más reglada.

Consulta horarios de la exposición y la asistencia de nuestros especialistas AQUÍ.

Apúntate!!!

“Los seres vivos NACEN, una vez. CRECEN, durante un tiempo. SE REPRODUCEN, si les dejan, y MUEREN, aunque no quieran.

Pero… EXCRETAN de continuo”.

 

 

SIBO: Sobrecrecimiento bacteriano en el Intestino Delgado

SIBO: Sobrecrecimiento Bacteriano en el Intestino Delgado

Los trastornos de la interacción digestivo-cerebro, recientemente conocidos como trastornos funcionales intestinales están presentes en el 30% de la población española. Alguno como el síndrome de distensión abdominal es mucho más frecuente en las mujeres que en los hombres.

Cuando comer duele…

Cuando hablamos de SIBO, hacemos referencia a un sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado de origen oral o colonico. Es decir, hacemos referencia a una afección gastrointestinal que está caracterizada por una gran cantidad de bacterias. Una disbiosis que lleva a que haya una colonización bacteriana en el intestino delgado, pero que pertenecen al intestino grueso. Debido a esto van creciendo en el lugar erróneo, y produce un aumento de endotoxinas y compuestos bacterianos que provocan inflamación crónica de la mucosa intestinal. Dicha patología lleva a tener una gran variedad de síntomas como son:

  • Gases.
  • Diarrea y/o estreñimiento.
  • Inflamación abdominal.
  • Malestar.
  • Dolores articulares.
  • Sensación de sentirse demasiado lleno tras cualquier comida.
  • Dolor abdominal.
  • Perdida/ganancia de peso.
  • Caída del cabello, debilidad en las uñas, sequedad en la piel…
  • También puede dar lugar a intolerancia a la lactosa, fructosa/sorbitol, a una malabsorción de los alimentos y proteínas, déficits de diversas vitaminas como la B12, el zinc, el magnesio que son importantes para una buena salud del cerebro y una estabilidad emocional.

Para su diagnóstico se realiza un test de hidrogeno y metano, es decir un test de aliento con un sustrato de lactulosa o lactitol. Debido a la gran demanda y la disponibilidad de esta prueba, ha habido un sobrediagnóstico. Al simplificar la disbiosis y la influencia que han tenido las redes sociales, ha surgido confusión en los pacientes y los médicos. Son muchos los profesionales que relacionan la hinchazón abdominal propias de los trastornos funcionales con un test de aire espirado, cuya positividad depende de los niveles de hidrogeno y metano que se presenten en el aire expirado. Todo esto ha llevado a que sociedades científicas realicen publicaciones con recomendaciones sobre a quién y cómo diagnosticar SIBO.

En muchas ocasiones la solicitud del paciente de que se le realice este test, deriva de la desesperación que se tiene al tener tantos síntomas con tanto malestar que limita tu día a día, y no darles una explicación a sus síntomas ni una solución, así como estar repercutiendo en la salud mental de estos pacientes. Se hace indispensable mayor investigación sobre microbiota y psicobioma (los microorganismos precursores de la regulación emocional)

En el proceso por el que una enfermedad pasa y se desarrolla, y la interrelación con el sistema nervioso influyen muchos factores como la dieta, la respuesta inmunológica, el estado de ánimo, la microbiota, la mucosa intestinal. Desde un punto de vista médico no son considerados trastornos graves, pero sí que limitan la vida de las personas y afectan a su calidad de vida. Son síntomas parecidos a otras enfermedades como la enfermedad inflamatoria intestinal, la celiaquía, o el cáncer de colon. Los pacientes con SIBO suelen tener antecedentes de enfermedades, pérdidas o ganancias de peso, diarrea, así como ansiedad y depresión, que es totalmente normal debido a la intensidad de los síntomas, la ausencia de una explicación sobre lo que se padece a pesar de haber pasado por varios especialistas, y la nula solución a los síntomas aun poniendo medicación.

Se ha visto que hay una gran correlación en pacientes diagnosticados de SIBO y el estado de la salud mental, a parte de los síntomas mencionados anteriormente, se ha destacado también su relación con otras enfermedades y trastornos, incluyendo los de la salud mental. Es por esto, que se apoya el padecimiento de un trastorno llamado eje intestino-cerebro, el cual es un sistema bidireccional que tiene una comunicación entre el tracto gastrointestinal y el cerebro, el sistema inmunológico y el sistema endocrino, y es a través de dicho eje donde los problemas como el SIBO pueden repercutir en la salud mental. Dicho padecimiento genera mucha inflamación en el cuerpo, a consecuencia de las bacterias y toxinas que producen gases e inflamación, es así como dicha inflamación afecta al cerebro y se relaciona con síntomas como la fatiga mental, la ansiedad y la depresión. Se ha estudiado mucho como las bacterias del intestino participan en la fusión de neurotransmisores como la dopamina, la serotonina y GABA, que son piezas clave para regular el bienestar emocional (psicobioma o psicobiota).

Esta gran conexión que hay entre SIBO y la salud mental, nos lleva a que sea prioridad tener un enfoque integrativo del tratamiento. Sabemos ya que haber sufrido abusos de cualquier tipo en la infancia, altera la microbiota y afecta al psicobioma.

Debido al carácter multifactorial que tiene esta enfermedad, se han desarrollado diferentes tratamientos, el que ha resultado más eficaz ha sido la Terapia Cognitivo Conductual. Primeramente, se realiza una psicoeducación sobre cómo actúan las emociones, la acción que ejercen, sobre todo el estrés y como su respuesta estaría relacionada con el SIBO. Luego se realizaría una creación de conocimiento sobre las conductas, pensamientos y emociones que el paciente este teniendo ante los síntomas que va presentando cada día. Y, por último, se haría una modificación de las respuestas para poder reducir el malestar que produce este padecimiento y disminuir las respuestas de estrés que se están produciendo.

Se ha visto la eficacia de diversas herramientas como son: tablas que monitorean los síntomas, ejercicios de relajación, lectura que le ayude a entender la enfermedad y como puede repercutir en su salud mental, ejercicios de relajación, prevención en crisis o recaídas, entrenamiento en el manejo del malestar de los síntomas físicos y psicológicos, así como en caso de tener que seguir una dieta estricta con el tratamiento, darle una guía para que pueda llevar de la mejor forma posible esas restricciones y que no se vea afectada su vida social.

En enero, Psycolab Benalmádena te trae la exposición EXCRETA, del CSIC, para acercarte a un mundo que hasta ahora se consideraba tabú, y sus especialistas de la Medicina, Psiquiatría, Neuropsiquiatría, Psicología, Neuropsicología y Psicopedagogía, nos ofrecerán charlas y resolverán tus dudas.

Los días 17, 18, 24 y 25 de enero de 2025, tendrás la oportunidad de consultar a nuestros especialistas tus dudas sobre cómo afecta tu microbiota a tu salud mental.

Recuerda que durante la exposición, nuestros especialistas no ofrecerán formaciones regladas, sino que estarán en las instalaciones para que te dirijas a ellos cuando quieras.

Más adelante publicaremos fechas en las que sí realizaremos una Jornada de Formación sobre Microbiota y Psicobioma más reglada.

Consulta horarios de la exposición y la asistencia de nuestros especialistas AQUÍ.

Apúntate!!!

Bibliografía

Rozas de Cos, M. (2024). Sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado en adultos: revisión bibliográfica.

Orea Haro, BG (2021). Dime qué comes y te diré qué bacterias tienes / Dime qué comes y te diré qué bacterias tienes. Pingüino Random House Grupo Editorial.

Barroso García, M. (2024). Intensidad de síntomas, ansiedad y depresión en pacientes a los que se solicita pruebas de malabsorción de azúcares y de SIBO.

Murillo, A. (2022). Abordaje psicológico como parte del tratamiento del Síndrome del Intestino Irritable (SII): Una revisión bibliográfica. PsicoInnova6(1), 8-25.

García, L. S., Pérez, A. H., Sánchez, I. M., Vega, M. L., Moreno, N. F., & Aisa, Á. P. (2024). Profile of patients diagnosed with hydrogen-producing intestinal bacterial overgrowth and intestinal methanogenic overgrowth in a second level hospital. Revista Andaluza De Patología Digestiva, 47(4), 144–151. https://doi.org/10.37352/2024474.1

DE LA MICOTERAPIA, C. D. É. CASOS CLÍNICOS EN SIBO

Ana Cañete Ángel Psicóloga Sanitaria Experta en Infancia, Duelo y Cuidados Paliativos

Nieves López-Brea Serrat
Psicóloga Sanitaria
Experta en Neuropsicología Clínica Infanto-Juvenil

Microbiota y psicobioma: Eres lo que comes

Microbiota y Psicobiota: Eres lo que comes

¿Sabías que en nuestro cuerpo habita un vasto mundo de microorganismos? ¡Así es!

La microbiota, o microbioma se refiere a la comunidad de bacterias, virus, hongos y otros microbios que viven en nuestro intestino y en otras partes de nuestro cuerpo. Estos pequeños habitantes son esenciales para nuestra salud, ya que ayudan en la digestión, fortalecen nuestro sistema inmunológico y pueden influir en nuestro estado de ánimo.

Mucha gente desconoce cómo puede influir en nuestro estado de ánimo y dan poco valor a la relación que existe entre lo que comen y cómo se sienten, pero es que ya sabemos que “soy lo que como”.

La psicobioma, o psicobiota, es el término que usamos para referirnos a esta conexión entre nuestra microbiota intestinal y nuestra salud mental. Investigaciones recientes sugieren que los microorganismos en nuestro intestino pueden afectar cómo nos sentimos y cómo pensamos. Por ejemplo, ciertas bacterias pueden producir neurotransmisores como la serotonina, que es conocida como la “hormona de la felicidad”.

¡Increíble, ¿verdad?!

Sabiendo esto, urge la necesidad, en un mundo donde la ansiedad y la depresión se están apoderando de la población, y no sólo de la adulta, sino también en la infancia y en la adolescencia.

¿Qué efectos protectores conocemos ya?:

Digestión Saludable: La microbiota ayuda a descomponer los alimentos que nuestro cuerpo no puede digerir por sí solo. Produce enzimas que facilitan la digestión de fibras y otros carbohidratos complejos.

Sistema Inmunológico: Un intestino sano puede fortalecer nuestras defensas y protegernos de enfermedades. Algunas bacterias en la microbiota son capaces de producir vitaminas (como la vitamina K y algunas del grupo B) que son esenciales para nuestro organismo.

Bienestar Emocional: Mantener una microbiota equilibrada puede contribuir a una mejor salud mental y emocional. Influye en el Sistema Nervioso Central a través del eje intestino-cerebro.

Fuente: Dime qué comes y te diré qué bacterias tienes

Los consejos para cuidar de nuestra microbiota, y por ende, nuestra psicobiota, son de sobra conocidos, pero aún nos resistimos a darle la importancia que merece, descuidando nuestra alimentación y la de nuestra familia:

  • Alimentación balanceada: Incluye alimentos ricos en fibra, probióticos, microorganismos vivos que pueden ofrecer beneficios para la salud cuando se consumen en cantidades adecuadas, como yogur y kéfir; y prebióticos, tipos de fibra que alimentan a las bacterias buenas y se encuentran en alimentos como el ajo, la cebolla, los plátanos y espárragos). También debemos comer frutas, verduras, legumbres y granos variados, que hacen que aumenten las bacterias buenas de nuestro intestino. Y no sólo eso, intenta comer pequeñas cantidades distribuidas en unas 5 veces al día en lugar de sólo 3 comidas copiosas. En este post te contamos por qué.
  • Hidratación: Beber suficiente agua es clave para mantener un intestino saludable. Descompone mejor los alimentos para absorber los nutrientes y ablanda las heces, ayudando a evitar el estreñimiento.
  • Ejercicio regular: La actividad física no solo beneficia el cuerpo, sino también a nuestra microbiota y a nuestro cerebro, liberando una proteína, la BDNF que es responsable de la neurogénesis (creación de nuevas neuronas) y de la sinaptogénesis (creación de sinapsis y conexiones interneurales).
  • Reducción del Estrés: Practicar técnicas de relajación como las que enseñamos en consulta, pueden tener un impacto positivo en nuestra salud intestinal. El estrés llega a tener un impacto tan negativo sobre la salud como el tabaco o la radiación.
  • Dormir bien: Un buen descanso es esencial para la salud mental y física. La falta de sueño puede afectar negativamente la microbiota, así que asegurarte de tener un horario de sueño regular y de calidad es clave. Además durante el sueño, se hace una especie de limpieza de nuestro cerebro, fundamental para su correcto desarrollo y aprendizaje.
  • Evitar el uso excesivo de antibióticos: Aunque a veces son necesarios, el uso excesivo de antibióticos puede alterar la microbiota intestinal. Siempre es bueno seguir las indicaciones de un profesional de la salud y considerar alternativas cuando sea posible.

La investigación sobre la microbiota y la psicobiota está en constante evolución, y cada vez hay más evidencia que respalda la idea de que cuidar nuestra salud intestinal puede tener un impacto significativo en nuestra salud mental.

Adoptar un estilo de vida consciente y una dieta saludable puede ayudar a fomentar un microbioma equilibrado.

En enero, PSYCOLab y su equipo de médicos, psicólogos, psiquiatras, neuropsicólogos y psicopedagogos en Benalmádena, te trae la exposición EXCRETA, del CSIC, con motivo de “10 años de práctica de Neuropsicología en nuestra sede”, con charlas y curiosidades para que aprendas mucho más sobre tu microbiota. Síguenos en RRSS para conocer los detalles y horarios del evento:

 

Diario Sur ya se ha hecho eco de la noticia. Apúntate pinchando en la foto:

Exposición EXCRETA en Psycolab Benalmádena

Bibliografía:

“The Human Microbiome Project: A Community Resource for the Healthy Human Microbiome” – Nature (2012)

“Role of the gut microbiota in health and disease” – Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology (2016)

“Gut microbiota’s effect on mental health: The gut-brain axis” – Journal of Psychiatry & Neuroscience (2017)

“Dietary modulation of the human gut microbiome: A systematic review” – Nutrients (2019)

“The Gut Microbiome and Mental Health: A Review of the Literature” Kelly, J. R., et al. Psychiatry Research (2016)

“Microbiota and the gut-brain axis: A review” Cryan, J. F., & Dinan, T. G. Neuroscience & Biobehavioral Reviews (2012)

“Gut microbiota’s effect on mental health: The gut-brain axis”. Sudo, N., et al. Journal of Psychiatry & Neuroscience (2017)

“The Role of the Gut Microbiome in the Development of Anxiety and Depression”. Foster, J. A., & McVey Neufeld, K.-A. Nature Reviews Neuroscience (2013)

“Probiotics and Prebiotics in Mental Health: A Review”. M. R. O’Neill, et al. Nutrients (2020)

“The Psychobiome: The Role of the Gut Microbiome in Mental Health and Disease”. Dinan, T. G., & Cryan, J. F.

Los días 17, 18, 24 y 25 de enero de 2025, tendrás la oportunidad de consultar a nuestros especialistas tus dudas sobre cómo afecta tu microbiota a tu salud mental o al neurodesarrollo de tu bebé.

Recuerda que durante la exposición, nuestros especialistas no ofrecerán formaciones regladas, sino que estarán en las instalaciones para que te dirijas a ellos cuando quieras.

Más adelante publicaremos fechas en las que sí realizaremos una Jornada de Formación sobre Microbiota y Psicobioma más reglada.

Consulta horarios de la exposición y la asistencia de nuestros especialistas AQUÍ.

Apúntate!!!

Nieves López-Brea Serrat Psicóloga Sanitaria Experta en Neuropsicología Clínica Infanto-Juvenil

TDAH subtipo combinado: Déficit de Atención con Hiperactividad e Impulsividad

TDAH – Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad e Impulsividad

Cuando hablamos del TDAH, hacemos referencia a uno de los Trastornos del Neurodesarrollo que más se presentan en la población infantil, y es caracterizado por un comportamiento continuo de inatención, o hiperactividad e impulsividad o ambos.  Es un trastorno diverso, presentan diferentes perfiles de síntomas principales, así como de trastornos que puedan estar asociados, historia familiar, respuestas al tratamiento y curso de evolución. Dicho trastorno tiene una gran repercusión en el desarrollo y la vida de la persona que lo padece, así como en su entorno.

Es considerado un trastorno de origen neurobiológico con una alta carga genética (75%), dando inicio en la edad infantil, perjudicando entre 3-7% de niños en el colegio.

Según diversos estudios de neuroimagen, las áreas cerebrales afectadas son:

  • La corteza prefrontal: encargada de la función ejecutiva como planificar acciones, iniciarlas, darse cuenta de los errores y corregirlos, evitar distracciones por estímulos irrelevantes, ser flexible si las circunstancias cambian…
  • El cuerpo calloso: sirve de comunicación entre los dos hemisferios cerebrales, para asegurar un trabajo conjunto y complementario.
  • Los ganglios basales: implicados en el control de los impulsos al coordinar o filtrar la información que llega de otras regiones del cerebro e inhibir las respuestas automáticas.
  • El cíngulo anterior: se encarga de la gestión afectiva y del manejo de las emociones.

También afecta a la neurotransmisión, se dan problemas en los circuitos reguladores que comunican dos zonas cerebrales, el córtex prefrontal y los ganglios basales. Estas áreas se comunican a través de la dopamina y la noradrenalina. Al tener una liberación deficitaria de estos neurotransmisores y un alto nivel de recaptación de las mismas, se altera la neurotransmisión, afectando a la atención, el estado de alerta, la memoria de trabajo y el control ejecutivo. La disminución del metabolismo sináptico de los neurotransmisores produce las siguientes consecuencias:

  • Disminuye la atención
  • Disminuye la capacidad de iniciar y continuar actividades
  • Dificulta la memoria de trabajo (o memoria a corto plazo)
  • Dificulta la capacidad para bloquear respuestas inadecuadas
  • Dificulta la planificación de actividades complejas
  • Dificulta la organización
  • Incrementa la actividad física
  • Incrementa la impulsividad

* Instituto Nacional de Neurociencias, Neuropsicología y Neuro-rehabilitación.

El TDAH de tipo combinado, se caracteriza por síntomas de hiperactividad/impulsividad y falta de atención. La inatención se hace más evidente en la etapa escolar, que es donde hay más demanda de una actividad cognitiva más complicada, y continua en las siguientes etapas por las que va pasando el menor. A medida que va creciendo, normalmente suele ir disminuyendo la hiperactividad, permaneciendo la inatención e impulsividad.

Síntomas del TDAH subtipo combinado:

  • Síntomas de inatención:
    •  A menudo parece que no están escuchando cuando se les habla.
    • Cometen errores en las tareas que tienen que realizar, debido a la distracción que presentan.
    • Presentan dificultad para conseguir mantener la atención en las tareas, o en actividades dinámicas que estén realizando.
    • Les es complicado la organización de tareas.
    • Normalmente no siguen las normas, y no hacen entrega de las tareas.
    • Se enfadan cuando la tarea a realizar requiere de un esfuerzo mental sostenido.
    • Habitualmente pierden cosas, como juguetes, y material escolar necesario para la realización de tareas.
  • Síntomas de hiperactividad:
    • Constantemente mueven mucho las manos o los pies, o no paran de moverse en el asiento.
    • Saltan o se mueven en exceso en situaciones en las que no es correcto hacerlo.
    • A menudo en clase abandonan su asiento sin tener que hacerlo.
    • Les es complicado realizar de manera calmada y tranquila actividades de juego.
    • Hablan en exceso.
    • Actúan como si tuviesen un motor, o como si estuviesen siempre en marcha.
  • Síntomas de impulsividad:
    • Presentan dificultades para guardar el turno.
    • A menudo responden con anticipación antes de haber sido finalizada la pregunta.
    • Interrumpen o se meten en conversaciones o juegos de otros.

Tras la evaluación neuropsicológica, el diagnóstico debe ser confirmado por un pediatra o neuropediatra, que a su vez, valorará la necesidad de tratamiento farmacológico, del que hablaremos en otro post.

Es primordial resaltar el apoyo y la coordinación con el colegio y la familia. Se debe entrenar en psicoeducación tanto a la familia como al infante, siguiendo un programa de técnicas cognitivo-conductuales. Cuando el TDAH ha sido diagnosticado tarde, la psicoterapia será más continuada en el tiempo. Si, por el contrario, se ha diagnosticado de forma temprana normalmente se intervendrá en momentos puntuales donde haya cambios que puedan provocar impacto en el día a día del/a menor.

Es importante que el centro educativo y sus docentes, tengan formación sobre el TDAH, ya que estos niños/as precisan de un buen trato por parte de sus profesores, y que cuenten con los recursos y la formación adecuada sobre el déficit que padecen, así como de la metodología e intervenciones educativas más adecuadas para llevar a cabo. Si no se cuenta con dicha formación, es fácil encontrarse con descalificativos personales que atacan el comportamiento del menor de forma agresiva, dañando aún más su autoestima. Suelen ser niños o niñas, y/o adolescentes, que siempre están recibiendo reprimendas, amonestaciones, partes disciplinarios, etc.

Se realizará un tratamiento cognitivo conductual:

En relación a la parte conductual, se trabajará con los pacientes de forma que se consiga cambiar o mejorar actitudes que están siendo inadecuadas a través de distintas técnicas. En base a lo que hacemos, actuamos teniendo en cuenta los resultados que recibimos, es decir se podrán mejorar las consecuencias que tienen dichas conductas para aprender a hacerlas de mejor forma.

Las técnicas a utilizar se irán eligiendo en base a las necesidades que presente el paciente, viendo que factores están repercutiendo en las conductas que se están realizando de forma inadecuada. Con estas se pretende conseguir la mejora de la atención, obtener un mejor autocontrol del exceso de la conducta motora y la impulsividad, pudiendo así conseguir unas mejores relaciones sociales y un optimo rendimiento en el colegio. Se utilizarán técnicas para disminuir o quitar los comportamientos que no son deseados, reforzadores positivos para conseguir conductas adecuadas, y técnicas combinadas como la economía de fichas, o el contrato de contingencias.

Por otro lado, con respecto a la parte cognitiva, se pondrá el foco en trabajar la parte de los procesos cognitivos y los procesos mentales implicados en el control de la conducta, proporcionándole al paciente ser una persona con mayor autonomía y aumentar su autocontrol. Con dicho tratamiento se quiere conseguir una modificación e identificación de los pensamientos inapropiados, dándole importancia a la repercusión que tienen sobre la conducta y los estados emocionales, para sustituirlos por otros más adecuados. Se utilizarán técnicas de autocontrol, de auto instrucciones, y de resolución de problemas.

Y como hemos visto, por su afectación prefrontal, será fundamental trabajar en estos pacientes las Funciones Ejecutivas:

  • Velocidad de procesamiento
  • Memoria de trabajo (atención)
  • Fluencia verbal
  • Inhibición conductual/control inhibitorio
  • Ejecución dual
  • Flexibilidad cognitiva
  • Planificación
  • Toma de decisiones
  • Paradigmas multitarea

En Psycolab Benalmádena, entrenamos desde hace 10 años este Trastorno del Neurodesarrollo de forma individual y en talleres grupales. Pregúntanos.

Contacto

Bibliografía.

Abendaño-Cabaleiro, L. (2012). Acercamiento a la realidad educativa y social que rodea a los niños/as con TDA o TDAH en la Comunidad Foral de Navarra (Bachelor’s thesis).

Arosemena, M. (2021). Intervención cognitiva–conductual en niños con diagnóstico de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDA/H) que presentan ansiedad. redes1(13), 55-75.

Medina, A. R., & Soler, C. L. (2014). TDAH y Trastornos del Comportamiento en la infancia y la adolescencia. Ediciones Pirámide.

Ana Cañete Ángel. Psicóloga Sanitaria Experta en Infancia, Duelo y Cuidados Paliativos

Nieves López-Brea Serrat Psicóloga Sanitaria Experta en Neuropsicología Clínica Infanto-Juvenil

TDAH subtipo inatento

TDAH SUBTIPO INATENTO

Cuando hablamos de trastorno de déficit atencional (TDA), hacemos referencia a un trastorno del neurodesarrollo que tiene un inicio temprano, aparece en los primeros 7 años de vida, y es caracterizado por un comportamiento que se muestra principalmente con problemas de atención, aunque va mucho más allá de sólo esto. Dicho comportamiento se presenta en más de un contexto como puede ser en casa y en la escuela, y repercute en las relaciones con su entorno, mostrándose aún más cuando establecen la integración a un centro escolar.

El resultado de varios estudios ha mostrado que los niños/as con TDA tienen un problema de atención asociado al Tempo Cognitivo Lento (TCL), es decir, una baja velocidad de procesamiento, pudiendo presentar somnolencia, pasividad, lentitud, baja energía, soñar despiertos, estar como perdidos en el espacio. La naturaleza del TCL plantea que los niños/as con TDA tienen problemas con la atención focalizada y selectiva, y tienen dificultades para modular el estado vigilante o de alerta. Estos/as niños/as suelen tener una personalidad poca activa, pasiva e inhibida.

Cuando hablamos de la presencia de inatención, hacemos referencia a la presencia de síntomas que se han estado presentes al menos durante 6 meses, causando un malestar en su vida. Podemos encontrar los siguientes síntomas:

  • Es muy frecuente fallar por no prestar la atención que corresponde a los detalles, y se cometen muchos fallos en las tareas del colegio, trabajo o en otras actividades de la vida diaria.
  • Presentan problemas para poder sostener la atención en actividades animadas o tareas. Por ejemplo, presenta dificultad para prestar atención en clase, con una lectura extensa o en conversaciones.
  • A menudo parece que no están escuchando cuando se le habla, es como si tuviesen la mente en otro sitio, incluso cuando no hay nada con lo que se puedan distraerse.
  • No siguen las reglas y les es complicado acabar las tareas del colegio. Normalmente empiezan las tareas, pero se distraen con facilidad, y no las terminan.
  • Se enfadan o presentan poco interés para actividades que requieren un esfuerzo mental sostenido.
  • Pierden cosas con mucha frecuencia, por ejemplo, lápices, libros, etc.

Los niños/as con TDA suelen ser hipoactivos y no presentan diagnósticos de trastorno negativista desafiante, disocial o problemas con respecto a la agresividad. Sin embargo, fuera del aula no siempre se muestran hipoactivos. Los comportamientos de somnolencia, y letargo, se ven mejor cuando el niño tiene que hacer actividades de tipo pasivas, o tareas cognitivas complicadas.

Es importante que el niño/a reciba una correcta evaluación neuropsicológica que pueda descartar otras posibles causas de la falta de atención o establecer un diagnóstico diferencial.

Desde el plano de la psicología consideramos que es fundamental una evaluación psicoeducativa o neuropsicológica que estudie el nivel de funcionamiento intelectual del niño/a y sus habilidades en matemáticas y lectoescritura, así como estudiar la presencia de problemas con el lenguaje, dificultades motrices o emocionales. Esta evaluación es de suma importancia, ya que hay una alta comorbilidad de otros trastornos con el TDA, y una urgencia de incorporar al proceso de tratamiento un enfoque multidisciplinar desde la psicología, neuropsicología, psicopedagogía, neurología, psiquiatría, logopedia y terapia ocupacional según las necesidades que presente, que es lo que ofrecemos en Psycolab Benalmádena.

Para conseguir una evaluación que lo abarque todo, es imprescindible tener información sobre el comportamiento, las habilidades y las dificultades que presenta el menor, tanto en el contexto escolar como en el familiar. Así como estudiar los talentos y recursos con los que el menor cuenta para potenciar estos como parte del tratamiento.

Normalmente los niños/as con TDA consiguen un correcto desarrollo si la escuela presenta las siguientes características:

  • Cuentan con un equipo de profesionales que puedan ayudar a niños/as que presenten un estilo de comportamiento o aprendizaje distinto. Normalmente la figura del Orientador, del Psicopedagogo o del Neuropsicólogo son imprescindibles ya en los centros educativos.
  • Tienen modelos de aprendizaje activos y participativos.
  • La dirección del colegio esta dispuesta a apoyar todos los ajustes que sean necesarios hacer.
  • Potencian la comunicación entre docentes, familiares y profesionales que llevan el tratamiento del menor.
  • Refuerza al menor cuando participan en alguna actividad, por ejemplo, cuando contestan preguntas, o se involucran en alguna actividad.

Con respecto a la evaluación de la familia, es de suma importancia estudiar el ambiente y la dinámica familiar. Se debe evaluar el tipo de crianza que se lleva a cabo, si hay estrés, si hay discusiones en casa, así como la presencia de trastornos psiquiátricos en los padres. Esto es esencial para saber qué tipo de tratamiento se debe utilizar, así como para saber si los padres cuentan con los recursos psicológicos necesarios para proponer un programa conductual con ellos, o para proponer sugerencias sobre como manejar la conducta del niño/a en casa. En casa es importante que a los niños/as se les anime y se les refuerce para que sean más activos, que respondan con más rapidez y tengan más iniciativa para las relaciones sociales. Es recomendable que descubran actividades que puedan disfrutar, deportes que le gusten, pasatiempos. Incentivarlos para que salgan de casa y jueguen con el resto.

Con respecto al tratamiento es importante los siguientes aspectos:

  1. Los maestros y los padres deben recibir ayuda para aceptar al niño/a tal y como es. Si se consigue esta aceptación, es más fácil lograr tratamientos coherentes.
  2. El tratamiento que se le realice debe ser con carácter individual, en concordancia a los síntomas que presente, los trastornos comórbidos, así como las debilidades y fortalezas que se encuentren en el niño/a, escuela y familia. También es importante tener en cuenta la repercusión en el contexto social.
  3. Un programa de tratamiento multidisciplinar con diferentes profesionales como son los que forman parte de nuestro centro: psicólogos, psiquiatras, neuropsiquiatras, neuropsicólogos, psicopedagogos y logopedas en Benalmádena.
  4. El tratamiento que se aplique debe estar enfocado en potenciar la autoestima del menor, hacer que tenga una comunicación optima con su entorno, favorecer los procesos de autorregulación, potenciar sus destrezas sociales, y aumentar su aprendizaje en la escuela.
  5. La intervención consta de dos modalidades principales: manejo de la conducta en el hogar y en la escuela, y psicoeducación dirigida a la familia con el objetivo de incluirlos en el tratamiento.
  6. La Terapia Cognitivo Conductual ha demostrado ser la más eficaz en estos casos.

¿Te gustaría consultar a nuestros especialistas?

Bibliografía.

Rocha Tayupanta, G. E. (2020). Estudio de los trastornos de comportamiento (TDA-TDAH) en educación básica superior 8., 9. y 10. de la Unidad Educativa Particular Santo Domingo de Guzmán como discurso de poder durante el año 2018 (Master’s thesis, Quito, EC: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador).

Bauermeister, J. J. Algunas consideraciones críticas en la definición actual del TDA.

World Health Organization. (1992). Clinical descriptions and diagnostic guidelines. The ICD-10 Classification of Mental and Behavioural Disorders. World Health Organization.

Psicóloga Sanitaria Experta en Infancia, Duelo y Cuidados Paliativos

Psicóloga Sanitaria
Experta en Neuropsicología Clínica Infanto-Juvenil

1 2 3 5

Search

+
0
    0
    Carrito de compra
    Su carrito está vacíoVolver a la tienda