TDAH subtipo inatento

TDAH SUBTIPO INATENTO

Cuando hablamos de trastorno de déficit atencional (TDA), hacemos referencia a un trastorno del neurodesarrollo que tiene un inicio temprano, aparece en los primeros 7 años de vida, y es caracterizado por un comportamiento que se muestra principalmente con problemas de atención, aunque va mucho más allá de sólo esto. Dicho comportamiento se presenta en más de un contexto como puede ser en casa y en la escuela, y repercute en las relaciones con su entorno, mostrándose aún más cuando establecen la integración a un centro escolar.

El resultado de varios estudios ha mostrado que los niños/as con TDA tienen un problema de atención asociado al Tempo Cognitivo Lento (TCL), es decir, una baja velocidad de procesamiento, pudiendo presentar somnolencia, pasividad, lentitud, baja energía, soñar despiertos, estar como perdidos en el espacio. La naturaleza del TCL plantea que los niños/as con TDA tienen problemas con la atención focalizada y selectiva, y tienen dificultades para modular el estado vigilante o de alerta. Estos/as niños/as suelen tener una personalidad poca activa, pasiva e inhibida.

Cuando hablamos de la presencia de inatención, hacemos referencia a la presencia de síntomas que se han estado presentes al menos durante 6 meses, causando un malestar en su vida. Podemos encontrar los siguientes síntomas:

  • Es muy frecuente fallar por no prestar la atención que corresponde a los detalles, y se cometen muchos fallos en las tareas del colegio, trabajo o en otras actividades de la vida diaria.
  • Presentan problemas para poder sostener la atención en actividades animadas o tareas. Por ejemplo, presenta dificultad para prestar atención en clase, con una lectura extensa o en conversaciones.
  • A menudo parece que no están escuchando cuando se le habla, es como si tuviesen la mente en otro sitio, incluso cuando no hay nada con lo que se puedan distraerse.
  • No siguen las reglas y les es complicado acabar las tareas del colegio. Normalmente empiezan las tareas, pero se distraen con facilidad, y no las terminan.
  • Se enfadan o presentan poco interés para actividades que requieren un esfuerzo mental sostenido.
  • Pierden cosas con mucha frecuencia, por ejemplo, lápices, libros, etc.

Los niños/as con TDA suelen ser hipoactivos y no presentan diagnósticos de trastorno negativista desafiante, disocial o problemas con respecto a la agresividad. Sin embargo, fuera del aula no siempre se muestran hipoactivos. Los comportamientos de somnolencia, y letargo, se ven mejor cuando el niño tiene que hacer actividades de tipo pasivas, o tareas cognitivas complicadas.

Es importante que el niño/a reciba una correcta evaluación neuropsicológica que pueda descartar otras posibles causas de la falta de atención o establecer un diagnóstico diferencial.

Desde el plano de la psicología consideramos que es fundamental una evaluación psicoeducativa o neuropsicológica que estudie el nivel de funcionamiento intelectual del niño/a y sus habilidades en matemáticas y lectoescritura, así como estudiar la presencia de problemas con el lenguaje, dificultades motrices o emocionales. Esta evaluación es de suma importancia, ya que hay una alta comorbilidad de otros trastornos con el TDA, y una urgencia de incorporar al proceso de tratamiento un enfoque multidisciplinar desde la psicología, neuropsicología, psicopedagogía, neurología, psiquiatría, logopedia y terapia ocupacional según las necesidades que presente, que es lo que ofrecemos en Psycolab Benalmádena.

Para conseguir una evaluación que lo abarque todo, es imprescindible tener información sobre el comportamiento, las habilidades y las dificultades que presenta el menor, tanto en el contexto escolar como en el familiar. Así como estudiar los talentos y recursos con los que el menor cuenta para potenciar estos como parte del tratamiento.

Normalmente los niños/as con TDA consiguen un correcto desarrollo si la escuela presenta las siguientes características:

  • Cuentan con un equipo de profesionales que puedan ayudar a niños/as que presenten un estilo de comportamiento o aprendizaje distinto. Normalmente la figura del Orientador, del Psicopedagogo o del Neuropsicólogo son imprescindibles ya en los centros educativos.
  • Tienen modelos de aprendizaje activos y participativos.
  • La dirección del colegio esta dispuesta a apoyar todos los ajustes que sean necesarios hacer.
  • Potencian la comunicación entre docentes, familiares y profesionales que llevan el tratamiento del menor.
  • Refuerza al menor cuando participan en alguna actividad, por ejemplo, cuando contestan preguntas, o se involucran en alguna actividad.

Con respecto a la evaluación de la familia, es de suma importancia estudiar el ambiente y la dinámica familiar. Se debe evaluar el tipo de crianza que se lleva a cabo, si hay estrés, si hay discusiones en casa, así como la presencia de trastornos psiquiátricos en los padres. Esto es esencial para saber qué tipo de tratamiento se debe utilizar, así como para saber si los padres cuentan con los recursos psicológicos necesarios para proponer un programa conductual con ellos, o para proponer sugerencias sobre como manejar la conducta del niño/a en casa. En casa es importante que a los niños/as se les anime y se les refuerce para que sean más activos, que respondan con más rapidez y tengan más iniciativa para las relaciones sociales. Es recomendable que descubran actividades que puedan disfrutar, deportes que le gusten, pasatiempos. Incentivarlos para que salgan de casa y jueguen con el resto.

Con respecto al tratamiento es importante los siguientes aspectos:

  1. Los maestros y los padres deben recibir ayuda para aceptar al niño/a tal y como es. Si se consigue esta aceptación, es más fácil lograr tratamientos coherentes.
  2. El tratamiento que se le realice debe ser con carácter individual, en concordancia a los síntomas que presente, los trastornos comórbidos, así como las debilidades y fortalezas que se encuentren en el niño/a, escuela y familia. También es importante tener en cuenta la repercusión en el contexto social.
  3. Un programa de tratamiento multidisciplinar con diferentes profesionales como son los que forman parte de nuestro centro: psicólogos, psiquiatras, neuropsiquiatras, neuropsicólogos, psicopedagogos y logopedas en Benalmádena.
  4. El tratamiento que se aplique debe estar enfocado en potenciar la autoestima del menor, hacer que tenga una comunicación optima con su entorno, favorecer los procesos de autorregulación, potenciar sus destrezas sociales, y aumentar su aprendizaje en la escuela.
  5. La intervención consta de dos modalidades principales: manejo de la conducta en el hogar y en la escuela, y psicoeducación dirigida a la familia con el objetivo de incluirlos en el tratamiento.
  6. La Terapia Cognitivo Conductual ha demostrado ser la más eficaz en estos casos.

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Bibliografía.

Rocha Tayupanta, G. E. (2020). Estudio de los trastornos de comportamiento (TDA-TDAH) en educación básica superior 8., 9. y 10. de la Unidad Educativa Particular Santo Domingo de Guzmán como discurso de poder durante el año 2018 (Master’s thesis, Quito, EC: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador).

Bauermeister, J. J. Algunas consideraciones críticas en la definición actual del TDA.

World Health Organization. (1992). Clinical descriptions and diagnostic guidelines. The ICD-10 Classification of Mental and Behavioural Disorders. World Health Organization.

Psicóloga Sanitaria Experta en Infancia, Duelo y Cuidados Paliativos

Psicóloga Sanitaria
Experta en Neuropsicología Clínica Infanto-Juvenil

Influencia de las funciones ejecutivas en el rendimiento académico

Cada día somos más conscientes del papel fundamental que tienen las funciones ejecutivas en el rendimiento académico y escolar, así como en la toma de decisiones, en la inhibición conductual, en la planificación y en la organización.

El término funciones ejecutivas alude a aquellas habilidades necesarias para alcanzar objetivos, especialmente ante tareas o circunstancias nuevas. Y es que en nuestro día a día, además de realizar las tareas habituales, nos enfrentamos a situaciones que hacen necesaria la creación de planes creativos y originales. Para ello, solemos realizar una especie de “ensayos mentales” de las soluciones que se nos han ocurrido, prediciendo los resultados que obtendríamos si las llevásemos a la práctica.

El control ejecutivo está formado por diversos componentes, los más documentados son los siguientes:

  • La memoria de trabajo: implicada en el acceso, el mantenimiento y la posterior manipulación de la información novedosa.
  • Planificación: creación, selección y organización de los pasos necesarios para alcanzar una meta, teniendo en cuenta todo nuestro aprendizaje previo.
  • Fluencia: velocidad para procesar la información entrante y emitir la conducta necesaria.
  • Flexibilidad: desplegar los comportamientos apropiados a la situación, facilitando la alternancia entre varias actividades.
  • Inhibición: frenar respuestas inadecuadas e ignorar a aquella información que no resulta relevante.
  • Toma de decisiones: escoger, entre varias opciones, aquella que conlleve mayores beneficios y el menor coste posible.

Es en el área prefrontal del cerebro donde se regula el funcionamiento del control ejecutivo. En ella, se pueden apreciar tres áreas diferenciadas:

  • El área dorsolateral: implicada en procesos de razonamiento, flexibilidad cognitiva, formación de conceptos y en la habilidad para resolver problemas. Además, interviene en otros procesos como la atención o la memoria de trabajo
  • El área cingulada anterior: se encarga de iniciar las conductas voluntarias, en los aspectos motivacionales y en la detección de los errores. Asimismo, también nos permite dividir y mantener nuestra atención.
  • El área orbitaria-ventral: clave en regular las emociones, tomar decisiones y en la capacidad para evaluar los riesgos y beneficios.

El rendimiento escolar está íntimamente relacionado con aspectos neurobiológicos, ya que el aprendizaje depende del funcionamiento del sistema nervioso. Concretamente, las funciones ejecutivas permiten a los alumnos evitar distracciones en clase, seguir un plan de estudio o saber adaptarse y reaccionar ante diferentes situaciones, entre otras cosas. Con lo cual, cuando un estudiante presenta déficits en el control ejecutivo pueden aparecer ciertas dificultades:

  • Problemas con la memoria de trabajo: pueden afectar al seguimiento de las clases, en las tareas relacionadas con la lecto-escritura o con el cálculo mental.
  • Falta de habilidades para planificar y tomar decisiones: con lo cual, se requiere la supervisión de padres o profesores para realizar las actividades, organizar el estudio y gestionar eficientemente el tiempo.
  • Escasa flexibilidad cognitiva: alumnos a los que les cuesta cambiar de actividad o entender conceptos nuevos y se frustran si comenten errores.
  • Déficits inhibitorios: presencia de comportamientos impulsivos y graves dificultades para concentrarse.

Por lo tanto, muchos alumnos con problemas para sacar adelante el curso académico, pueden beneficiarse de los entrenamientos en funciones ejecutivas. Este tipo de intervenciones se centran en fomentar las capacidades de autorregulación, mejorar procesos tan importantes como la atención y la memoria y potenciar la aparición de conductas más reflexivas y adecuadas. Todo ello se lleva a cabo mediante actividades lúdicas y prácticas para que el aprendizaje se pueda trasladar al ambiente escolar.

Si utilizáramos un símil para entender las funciones ejecutivas, diríamos que el cerebro es nuestro “ordenador central”, y las funciones ejecutivas serían el “informático” que maneja dicho ordenador. Cuanto mejor preparado y entrenado esté nuestro “informático”, mejor provecho le sacaremos a nuestro “ordenador”.

Bibliografía

Portellano Pérez, J. A., y García Alba, J. (2014). Neuropsicología de la atención, las funciones ejecutivas y la memoria. Síntesis.

Tirapu-Ustárroz, J., Bausela-Herreras, E. y Cordero-Andrés, P. (2018). Modelo de funciones ejecutivas basado en análisis factoriales en población infantil y escolar: metaanálisis. Revista de Neurología 67(6), 215-225. https://doi.org/10.33588/rn.6706.2017450

Véglia, A. P., y Ruiz, M. G. (2018). Intervención sobre las Funciones Ejecutivas (FE) desde el contexto educativo. Revista Iberoamericana de Educación, 78(1), 27-42. 

Verdejo-García, A. y Bechara, A. (2010). Neuropsicología de las funciones ejecutivas. Psicothema, 22 (2), 227-235.

 

 

 

Desirée Castellano Olivera

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