¡Prestadme atención! El proceso atencional

El proceso atencional

 

La atención es aquel mecanismo que nos permite seleccionar, dar prioridad, procesar y supervisar toda la información que nos llega. Nuestro sistema nervioso está recibiendo constantemente tal cantidad de información (tanto del exterior como de nuestro propio organismo) que es incapaz de procesarla por completo. Con lo cual, es imprescindible contar con un sistema que seleccione los estímulos que realmente son necesarios, descartando aquellos que resultan irrelevantes.

El proceso atencional se puede dividir en dos modalidades: pasiva y activa. La atención pasiva hace referencia a procesos involuntarios en los que la persona no tiene un objetivo específico como, por ejemplo, el estado de alerta y la respuesta de orientación (es decir, que estemos “lo suficientemente despiertos” para permitir el acceso de los estímulos y que sepamos reconocer el ambiente donde nos encontramos).

En contraposición, la atención activa es un proceso que se realiza de forma deliberada, actuando de forma consciente y con un objetivo concreto. Está íntimamente relacionada con áreas corticales de asociación. El proceso atencional activo puede desglosarse en diferentes modalidades:

  • Atención focalizada: es la capacidad para concentrarse en un objetivo concreto. Ejemplos de este tipo son prestar atención en clase, leer, conducir…
  • Atención sostenida: es el proceso gracias al cual podemos mantener el foco atencional durante un período prolongado de tiempo, resistiendo a la fatiga. Los ejemplos anteriores pueden servir también en este apartado (si se llevan a cabo de forma prolongada) o, incluso, actividades de ocio como ver una película también nos requieren este tipo de atención.
  • Atención selectiva: se trata de la habilidad de responder ante un estímulo pese a la aparición de distractores que compiten entre sí. Es decir, ser capaz de enfocarse en la actividad mientras se anula la información irrelevante. Por ejemplo, seguir una conversación con un compañero de trabajo mientras que hay otras personas en la sala que también están hablando.
  • Atención alternante: se utiliza para cambiar de foco atencional de un estímulo a otro de forma voluntaria, según las exigencias del entorno. Tareas que requieren este tipo de atención son, por ejemplo, escuchar al profesor y tomar apuntes o volver al paso de la receta que estábamos realizando cuando nos han interrumpido con una pregunta o llamada.
  • Atención dividida: es la habilidad para dar varias respuestas a la vez ante distintos estímulos. Esta modalidad es la que implica un mayor esfuerzo y requiere otros componentes. Ejemplos de este tipo de atención son estudiar mientras se escucha música, conducir y hablar con el copiloto, aunque cada vez existen más teorías que nos dicen que este tipo de atención no existe, y que lo que se ejecuta es una atención alternante muy rápida. Además, puede producir una falsa sensación de mayor eficiencia en las tareas ejecutadas.

El proceso atencional pasivo depende de la actividad de las áreas más basales del cerebro mientras que el activo está íntimamente relacionado con áreas corticales de asociación. Para iniciar los procesos atencionales es necesario disponer de un cierto nivel de activación, del que se va a encargar un conjunto de estructuras cerebrales llamado la formación reticular. Por otro lado, el tálamo va a tener la misión de dirigir cada estímulo hacia los canales perceptivos adecuados. Otras estructuras como los ganglios basales, el cíngulo y el sistema límbico también van a estar igualmente implicados (conectando estructuras, facilitando el cambio atencional o la exploración y búsqueda…).

Asimismo, cada lóbulo cerebral tiene su función en el proceso atencional. La zona occito-temporal atiende a las características visuales de los estímulos, la parietal del control y la orientación espacial y la prefrontal es la que mayor implicación tiene (control de la atención focalizada y sostenida, resistencia a la interferencia, regular la planificación y el control inhibitorio, control de los movimientos sacádicos oculares.. )

Por tanto, como es evidente, es necesario el buen funcionamiento de la atención para otros procesos mentales como la memoria o las funciones ejecutivas. El proceso atencional puede verse mermada en múltiples patologías, más allá del TDAH o una lesión cerebral traumática, como la esquizofrenia o la depresión. Asimismo, en muchas ocasiones se tiende a interpretar como problema de memoria lo que, en realidad, es una dificultad de atención en primera instancia.

Ante la dificultad en alguno de los procesos atencionales, se hace necesario una evaluación y, si procede, un tratamiento totalmente personalizado. En Psycolab contamos con diferentes instrumentos de evaluación y rehabilitación para tratar estos déficits. Como, por ejemplo, la plataforma NeuronUP que cuenta con diferentes actividades y juegos muy dinámicos para entrenar cada tipo de atención y la velocidad de procesamiento tanto en población infanto-juvenil como en adultos.

Bibliografía

Portellano Pérez, J.A. y García Alba, J. (2014). Neuropsicología de la atención, las funciones ejecutivas y la memoria. Síntesis.

Sohlberg, M. M. y Mateer, C. A. (2017). Introduction to cognitive rehabilitation: Theory and practice. Guilford Press.

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