¿Cómo es tu salud mental?

Una de las primeras explicaciones que doy a las personas que nos visitan con algún problema que resolver, es la metáfora de la mesa, seguro que es algo que todos conocéis pero que visto así se recuerda más fácilmente.

Nuestra salud mental puede ser fuerte y estable como nuestra maciza mesa del comedor, o puede tambalear como muchas de las inestables mesas que encontramos en bares o cafeterías. Lo que hace estable a esa mesa son sus patas, las cuales debes revisar para que su solidez se mantenga en el tiempo, e incluso apretar de vez en cuando alguno de sus tornillos a fin de evitar que algún día tu mesa, tu estabilidad mental y emocional, caiga. Muchas veces intentamos calzar esas patas con “apaños” temporales que realmente no solucionan el problema, en cuanto ese calzo desaparece, mi mesa vuelve a tambalear.

Partiendo del hecho de que reconozco y acepto que mi mesa no se encuentra en buen estado, revisemos en qué consisten esas cuatro patas:

  • Alimentación. “Soy lo que como”. A través de la dieta adquirimos los aminoácidos esenciales para la vida y para el correcto funcionamiento de mi cerebro. No sólo se trata de tener una dieta variada y equilibrada, ésta ha de repartirse a lo largo del día en cinco periodos. No se trata de comer más, sino de repartir ese total en 5 veces. Cuando me salto una comida, el cerebro no mantiene una ingesta constante de nutrientes y querrá en la siguiente, almacenar todas las grasas y azúcares posibles, en lugar de las vitaminas, las proteínas,…
  • Ejercicio. “Mens sana in corpore sano”, frase que se empleaba en las civilizaciones de los siglos I y II por el estricto valor y la importancia que se le daba a la formación intelectual, atlética y emocional del individuo. Hoy en día, ya son científicamente conocidos los beneficios del ejercicio físico en nuestra salud física y mental. Con el ejercicio cardiovascular, liberamos endorfinas, que aumentan nuestro estado de ánimo e inhiben el dolor (físico y emocional). Además, el ejercicio aeróbico, es responsable de la neurogénesis (más neuronas) y la sinaptogénesis (más conexiones entre las neuronas), con lo que parece que tendré más capacidad cognitiva para abordar cualquier problema que se presente.
  • Vida social. “Cura más un amigo que una pastilla”. En plena edad “ansiolítica”, la venta de ansiolíticos y depresivos se ha disparado, sin alertar de los efectos secundarios y dependencias que estos generan. Además, se emplean pensando que curan, cuando sólo alivian los síntomas. Hoy en día, existen evidencias de los efectos beneficiosos ante muchos de los actuales trastornos mentales, de contar con un buen apoyo social y/o familiar. Por poner un ejemplo, apenas se segrega cortisol en un cerebro estresado “con amigos”
  • Relajación. “El tiempo de relajarse es cuando no tienes tiempo para ello”. Las diferentes técnicas de relajación, de respiración, o el mindfulness son técnicas que deberíamos empezar a practicar nosotros y nuestros acelerados niños y niñas. Aquí también podemos incluir hobbys que nos calmen como la lectura, la música clásica, la costura, el coleccionismo, etc. ¿Por qué perder el tiempo en esto? Porque mejora la atención, la concentración, la memoria, la imaginación, la creatividad, regula la tensión arterial, el ritmo cardiaco y la temperatura, combate el insomnio y muchas de las fobias y trastornos actuales, mejora la plasticidad del cerebro, procesa y gestiona eficazmente las emociones, etc.

Dicho esto…¿cómo de estable es tu mesa?

Nieves López-Brea Serrat, experta en Neuropsicología y Neuroeducación

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