“La inteligencia emocional es una forma de interactuar con el mundo que tiene en cuenta los sentimientos, y abarca habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía y la agilidad mental. Configura rasgos del carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, que son esenciales para una adaptación social buena y creativa”
Daniel Goleman
Las competencias emocionales son un subgrupo de las competencias personales y se estructuran en: la conciencia emocional, la regulación emocional, la autonomía emocional, las competencias sociales y las habilidades de vida y bienestar. Son un conjunto de conocimientos y actitudes necesarios para comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales de las personas.
La conciencia emocional permite percibir el clima emocional de un contexto y es la capacidad para tomar conciencia de las propias emociones. La regulación emocional es la capacidad para manejar las emociones de forma apropiada y de autogenerar emociones positivas. La autonomía emocional se refiere a la autogestión personal. Las competencias sociales contribuyen a mantener buenas relaciones con otras personas. Las competencias para la vida y el bienestar son los comportamientos apropiados y responsables para afrontar satisfactoriamente los desafíos y las situaciones excepcionales.
Este modelo de competencias emocionales potencia una mayor adaptación al contexto favoreciendo el hecho de afrontarse a las circunstancias de la vida teniendo mayores probabilidades de éxito. Los aspectos más favorecidos por las competencias emocionales son los procesos de aprendizaje, las relaciones interpersonales, y la solución de problemas.
Texto extraído de:
Bisquerra, R. (2019). Competencias emocionales. Barcelona: RIEEB. (Documento interno). Disponible en: www.rieeb.com
